JOSÉ MARÍA DELGADO Y MENESES

UN MINIATURISTA SANLUQUEÑO EN LA CORTE DE MADRID


© José Carlos García Rodríguez


Miniatura de la reina María Luisa de Borbón
Parma, realizada por José María Delgado y Meneses.
(Colección particular)



José María Delgado y Meneses, formado en su Sanlúcar natal en un taller de platería, llegó a ser el miniaturista de preferencia en la Corte de Carlos IV y, muy especialmente, de la reina María Luisa de Parma. Aunque realizó numerosos pequeños retratos para la familia real y para destacados miembros de la aristocracia madrileña, las más significativas miniaturas de Delgado y Meneses son las que realizó a sus nietos, los hermanos Miralpeix Delgado-Meneses, en las que el pintor deja traslucir la dilección que sentía por aquellos niños. Estas obras infantiles que supusieron el paso del artista al Romanticismo serían heredadas de su abuelo por Carmen Miralpeix Delgado-Meneses quien, a su muerte, las legó a su sobrino Pedro Sarrais cuyos descendientes, a su vez, ofrecieron estas joyas al Museo Nacional del Romanticismo donde hoy podemos contemplarlas.

Dentro de la colección de miniaturas del Museo Nacional del Romanticismo destaca el conjunto formado por las diez obras infantiles de José María Delgado y Meneses que se conservan en este museo madrileño. Esta serie de pinturas en las que el artista sanluqueño representa a sus descendientes más jóvenes, fueron realizadas a lo largo de casi veinte años sobre marfil y en formato cuadrangular. En ellas, además de ofrecernos un interesante álbum familiar y todo un testimonio de la época, su autor hace gala de una gran firmeza en el dibujo y denota su maestría en el uso del color.

Dama madrileña con vestido
estilo Imperio (1806)
Colección particular.
Hasta no hace muchos años la biografía de José María Delgado y Meneses nos era prácticamente desconocida, hasta tal punto que el mismo Manuel Ossorio y Bernard en su Galería Biográfica de Artistas Españoles del siglo XIX no nos aclara mucho de su vida, limitándose a decir:

Residente en Madrid durante el primer tercio del siglo, dedicado especialmente al retrato. Aunque manejó de preferencia la pintura al óleo, hizo también algunas miniaturas muy apreciables, siendo notable entre ellas una copia del cuadro de Santa Isabel, de Murillo. (1)

Retrato de Manuel Miralpeix Delgado
Meneses (Museo Nacional del Romanticismo)
Ezquerra del Vayo (Exposición de la miniatura-retrato en España, 1916) y Sánchez Cantón (Catálogo de las pinturas del Instituto Valencia de Don Juan, 1923) nos ofrecen alguna información sobre el miniaturista de Sanlúcar, aunque muy escasa y poco fiable. Todos los datos biográficos más recientes que poseemos de Delgado y Meneses coinciden en afirmar que su nacimiento en Sanlúcar de Barrameda tuvo lugar el año 1764, hijo de Lucrecio Delgado y Meneses y de Gertrudis Garzón Ponce de León. Y también sabemos que en Sanlúcar se formó en platería y que con veinte años se produce su traslado a Madrid. En la capital de España se matricula en la Academia de San Fernando, especializándose con posterioridad en pintura de miniaturas para lograr erigirse en uno de los más destacados miniaturistas que trabajaban en Madrid al iniciarse el siglo XIX. Por entonces las miniaturas representaban la faceta más íntima de la pintura ya que, en general, estas obras minúsculas pertenecían a la esfera de la vida privada, aunque también llegarían a desempeñar una función de Estado ya que a través de ellas se daban a conocer los monarcas. 

Durante los años en que el retrato en miniatura alcanzó su mayor auge en España -una etapa que comprendió desde finales del reinado de Carlos III hasta el inicio de la Guerra de la Independencia-, la nobleza se hacía pintar por miniaturistas para regalar a sus familiares y amigos estos retratos montados en marcos de oro o plata, incluso con pedrería e incrustación de alhajas en cajas de marfil, concha y esmaltes o decorando objetos de tocador, relojes de sobremesa o joyeros.

Miniatura de Fernando VII.
Colección particular.
La obra de Delgado y Meneses empezó pronto a ser apreciada por las clases altas y aristocráticas. En el Diario de Madrid del día 23 de enero de 1788 se anuncia la pérdida, en el trayecto que iba de Mesón del Peine al Estanco Real, de una cartera conteniendo once miniaturas, entre ellas algunos diseños, siendo los más conocidos los retratos de los excelentísimos señores condes de Floridablanca y Aranda. “Se entregará -se indica en el anuncio- en la Plazuela de San Ildefonso número 9, 2º, preguntando por don José Delgado Meneses, a quien hace suma falta estas pinturas para su estudio”. 

Al iniciarse el siglo XIX el artista sanluqueño logra introducirse en la corte de Carlos IV donde atiende los sucesivos encargos que le hace la reina Maria Luisa de Parma para decorar los joyeles o regalos diplomáticos con los que la familia real solía obsequiar a los embajadores extranjeros. Un primer retrato en miniatura y formato oval de la reina fue realizado por Delgado Meneses en el año 1804, conservado actualmente en el Instituto Valencia de Don Juan.

Durante los años anteriores a la invasión francesa, según consta en recibos conservados en el Palacio Real de Madrid, Delgado y Meneses realizó numerosas miniaturas, unas para la reina y otras por encargo de Manuel Godoy. Así, en 1806 pinta un retrato de la reina María Luisa para un medallón, más otros seis retratos idénticos. El año siguiente pinta cuatro cuadritos con sendos retratos del infante don Francisco y en 1808 realiza una miniatura con la efigie del rey de Etruria, otra de su hermana la Infantita y otra más de la hija de Godoy, así como seis retratos de diferentes miembros de la familia real, todos ellos destinados a decorar una escribanía.

Retrato femenino (1811). Museo del Prado.
Al finalizar la guerra contra Napoleón, José María Delgado realiza algunos trabajos para Fernando VII, entre ellos un retrato de este rey fechado en 1829 para un joyel que el monarca regaló a la condesa de Brunetti y por el que el artista sanluqueño percibió 1.500 reales. Durante estos años también estuvo dedicado a copiar en miniatura algunos cuadros de la Colección Real y de la Academia de San Fernando. Entre ellos una Venus (Academia de San Fernando) de Tiziano, El sueño del patricio Juan y su pareja El patricio revela su sueño al papa Liberio (Museo del Prado), ambos de Murillo, o Santa Isabel curando a los enfermos, también del maestro sevillano y conservado en el Hospital de la Santa Caridad de la capital hispalense. Todos ellos de notabilísima ejecución en ese difícil arte de reducir a pequeñas dimensiones los cuadros de los grandes maestros.

Retrato de Esperanza Miralpeix, nieta del artista.
Museo Nacional del Romanticismo.
Sobre las miniaturas que José María Delgado y Meneses realizó a sus nietos escribe Carolina Miguel Arroyo en El retrato infantil en la miniatura del Museo del Romanticismo:

Las imágenes de sus nietos se nutren de pinceladas azuladas que consiguen emular el tono de la joven piel al ser aplicado con delicadeza sobre el marfil. En fechas tempranas, hacia 1825, encontramos los retratos de Manuel y Carmen Miralpeix, en los que el autor se vale de los recursos del retrato infantil. Ambos aparecen inmortalizados al aire libre, en un paisaje idealizado con vegetación y azulado cielo, y se acompañan de atributos como flores, frutos o juguetes, iconografía que enfatiza el carácter ingenuo y la frescura propia de la niñez.  En 1827 José Delgado vuelve a retratar a su nieto Manuel. Han pasado dos años y Manuel Miralpeix se nos presenta ya como un estudiante, ataviado con una toga verde, un libro abierto y con una mirada seria, lejos de la candidez de su primera imagen. Inaugura el pintor con esta obra lo que será una constante en el resto de los retratos de este particular álbum familiar, el fondo neutro, que él trabaja con un magnífico rayado corto y una sutil iluminación. 

Hacia 1838 el orgulloso abuelo retrata a sus nietas Carmen, Rosa y Esperanza. Las tres composiciones son muy semejantes. Las hermanas llevan el mismo vestido, de escote recto y mangas con tres volantes bajo drapeado, cambiando únicamente las tonalidades de los mismos y los detalles de la blonda. Las mayores, Rosa y Esperanza, visten con tonalidades más frías, y ambas lucen igual peinado, con raya en medio y moño trenzado alto dejando caer dos tirabuzones que enmarcan los rostros. Rosa luce pendientes de oro, haciendo alusión a su mayor edad, aspecto que el autor ha destacado aplicando un fondo más oscuro que el de sus hermanas. El retrato de Carmen es de una belleza y delicadeza sin igual. Las tonalidades cálidas y el fondo más luminoso aportan un tono dulce a la imagen de la niña. La iconografía vuelve a subrayar el carácter de esta miniatura, ya que Carmen sostiene delicadamente una rosa en la mano, y adorna su cabello con otra flor.

Cronológicamente, el último retrato infantil de la familia Miralpeix Delgado es el de Gonzalo, pintado hacia 1840. Además de acompañarse con flores, sostiene un gorrión contra su pecho, de nuevo aludiendo a la ingenuidad y juventud. Con este retrato Delgado Meneses cierra las páginas de este particular álbum con el que nos hace partícipes de su expresión más romántica. (2)

Delgado y Meneses, quien permaneció activo hasta más allá de los 80 años, falleció en Madrid en 1855, sin que podamos precisar el día exacto de su muerte.



NOTAS:

(1) OSSORIO Y BERNARD, Manuel: Galería Biográfica de Artistas Españoles del Siglo XIX, Imprenta Ramón Moreno, Madrid, 1868, p. 168.

(2) MIGUEL ARROYO, Carolina: La pieza del mes: El retrato infantil en la miniatura del Museo del Romanticismo, Museo del Romanticismo, Madrid, Enero de 2012, pp. 13-17.


"SANLÚCAR INFORMACIÓN", 9 de abril de 2021