JUAN FLÓREZ DE OCÁRIZ

AUTOR DE LAS "GENEALOGÍAS DEL NUEVO REINO DE GRANADA"

© José Carlos García Rodríguez

Juan Flórez Ocáriz
Pintura de Delio Ramírez en la Pinacoteca de la
Academia Colombiana de la Historia.




Juan Flórez de Ocáriz, en su calidad de Escribano de Cámara y Mayor de la Gobernación del Nuevo Reino de Granada, fue custodio de los archivos de la Real Audiencia de Santa Fe. Haciendo uso de tan inmensa información, Flórez de Ocáriz escribió las Genealogías del Nuevo Reino de Granada, un valioso y preciso documento histórico que nos permite conocer en profundidad la conformación de la América Hispánica desde su mismo nacimiento, así como el origen de sus gentes y cómo fue, de hecho, la organización administrativa y política de las tierras americanas frente a la Corona de España.


Juan Flórez de Ocáriz, cuarto hijo del matrimonio formado por Domingo García Flórez y Micaela Ochoa Olariega y Ocáriz, ambos pertenecientes a familias hidalgas, nació en Sanlúcar de Barrameda el 5 de septiembre de 1612. Cuenta el propio Flórez Ocáriz que, huérfano a los catorce años, embarcó en el puerto de Sanlúcar con rumbo al Nuevo Reino de Granada atendiendo la invitación que le fuera hecha por su tía materna, Juana Ochoa Olariega, esposa de Juan de Solaguren, Contador de la Real Hacienda, quienes recibirían al joven emigrante a su llegada a Santa Fe de Bogotá el 7 de octubre de 1626.

     Durante sus primeros años en las Indias, Juan Flórez de Ocáriz se desempeñó en la Contaduría a cargo de su tío, permitiéndole viajar entre Santa Fe, Cartagena, Santa Marta y la isla de Santa Catalina hasta que en 1634 realiza un viaje a España del que regresaría dos años más tarde.

     De nuevo en Santa Fe, Ocáriz consiguió la plaza de Cobrador de las Reales Rentas en las provincias de Cartagena y Santa Marta y la ciudad de Zaragoza, oficio que más tarde cambió por el de conductor de las remesas en metálico del Nuevo Reino que periódicamente se enviaban a Cartagena de Indias para desde allí embarcarlas en la flota de galeones con destino a España.

    En 1641 Flórez de Ocáriz es Veedor y Contador de vestuarios y municiones de las tropas que condujo el general Francisco Díaz Pimentel para iniciar la reconquista del archipiélago de San Andrés que había caído en manos de ingleses y holandeses. Tras la victoria de Díaz Pimentel, Ocáriz realiza un nuevo viaje a España, retornando a Santa Fe en 1642, año en que es nombrado capitán de Infantería durante la guerra con los indios chocoes, aunque no llegaría a participar en ella.

Libro Primero de las Genealogías del
Nuevo Reino de Granada

(Universidad de Sevilla)
   Flórez de Ocáriz contrae matrimonio en Santa Fe el 10 de enero de 1644. La novia, que tan solo cuenta con doce años de edad, es Juana Paula de Acuña y Angulo, hija de Francisco Fernández de Acuña, Caballero del Hábito de Santiago quien después de haber prestado valiosos servicios a la Real Corona en tierra y en mar, llegó al Nuevo Reino de Granada con el título de Gobernador de la Provincia, empleo que ejerció desde 1629 hasta 1634, para terminar como Contador de Cuentas Reales, cargo que ocupaba a su muerte.

    Juana Paula de Acuña aporta como dote al matrimonio la mitad del oficio de Escribano de Cámara y Mayor de la Gobernación del Nuevo Reino de Granada. Este oficio, del que Juan Flórez de Ocáriz toma posesión el 18 de enero de 1644 y le sería confirmado el 13 de agosto de 1647, pertenecía a la novia por donación hecha por su abuelo, el capitán Angulo Velasco, quien lo tenía por Privilegio del Rey. A este respecto, escribe el historiador Enrique Otero D’Costa:

    Definido el punto económico vino el trance matrimonial, que se cumplió el 10 de enero de 1644 y luego, habiéndose arreglado lo necesario con el abuelo Angulo Velasco, hizo el viejo Capitán dejación de su Escribanía Mayor en favor del novio, con lo cual, ocho días después del matrimonio, o sea el 18 de enero de 1644, entraba nuestro don Juan en posesión del muy honroso cargo de Escribano de Cámara y Mayor de la Gobernación del Nuevo Reino de Granada.

     La Real Audiencia de Santa Fe, creada a partir de los territorios de Colombia, de Venezuela y de Ecuador, además de parte del Perú, de los actuales territorios de Surinam, Guyana y Guayana Francesa, Panamá, la costa oriental de Costa Rica y de Nicaragua, poseía en sus archivos una enormidad de documentos administrativos, judiciales, religiosos y de otorgamiento de encomiendas, hidalguías y algunos títulos nobiliarios. También se conservaban aquí los documentos relacionados con la fundación de las primeras ciudades y con los hechos que llevaron a la formación de las primeras fases de la América española. Estos son los archivos que pasan a la custodia de Flórez de Ocáriz y que él supo utilizar para escribir las Genealogías del Nuevo Reino de Granada a instancias y por encargo del Cabildo de Santa Fe.

Libro Segundo de las Genealogías del
Nuevo Reino de Granada

(Biblioteca de la Academia Colombiana de la Historia)


    El libro manuscrito de Flórez de Ocáriz se envió a España el 19 de octubre de 1672 para su aprobación real y su publicación. Junto a la obra se acompañaban 2.000 patacones, con la advertencia de que si esta cantidad no fuera suficiente, se tomara un préstamo para la edición, a interés ordinario y corriente, pagadero en la ciudad de Cartagena en el plazo que se acordase. A Ioseph Fernández de Buendía, de Madrid, se le encargó la impresión de la obra de Ocáriz que fue favorecida por Real Cédula de julio de 1673. El primer tomo se imprimió en 1674 y el tomo segundo dos años más tarde.


Casa de Juan Flórez de Ocáriz, también conocida como Casa de los Comuneros,
en el casco histórico de Santa Fe de Bogotá (Colombia).
     Las Genealogías del Nuevo Reino de Granada representan uno de los documentos más precisos e interesantes de la historia de la América hispana. Arranca el primer tomo, de 274 folios, con los datos generales sobre las primeras y más notables exploraciones y conquistas del territorio. Aquí se encuentran los árboles genealógicos de los tres fundadores de Santa Fe de Bogotá –Jiménez de Quesada, Galeano y Suárez Rendón- así como la relación de las primeras ciudades que se fundaron.

     En el segundo tomo formado por medio millar de folios, Juan Flórez de Ocáriz nos cuenta con todo detalle los hechos históricos acaecidos en Nueva Granada en el contexto de los árboles genealógicos de cuarenta conquistadores notables, formando la más completa relación de biografías de los personajes que brillaron en el Nuevo Reino y que serviría de fuente para posteriores historiadores. Aquí encontramos los troncos de las primeras familias de la Nueva Granada que habrán de tener un papel predominante en el desarrollo social y económico en los siglos siguientes.
Nicolás Flórez de Acuña,
hijo de Juan Flórez de Ocáriz,
fue canónico doctoral y
abogado de la Real Audiencia
de Santa Fe.

   Aparte de las Genealogías del Nuevo Reino de Granada, su obra más trascendental, Ocáriz fue autor de un Tratado de las Encomiendas del Nuevo Reino de Granada, desde su origen hasta 1671; de la obra en dos volúmenes Recopilación de las Ordenanzas Reales, Cédulas y Autos de Buen Gobierno correspondientes a la Real Audiencia de Santa Fe, perdida al enviarse a España para su aprobación; y del manuscrito titulado Aparición y milagros de la Santísima Virgen de Chiquinquirá. En 1666 Ocáriz unió a sus oficios el cargo de alcalde ordinario de la ciudad de Santa Fe.

   Del matrimonio de Juan Flórez de Ocáriz y Juana Paula de Acuña nacieron dos hijas y ocho hijos de los que varios de ellos ocuparon cargos relevantes. Así, José, el primogénito, fue militar y contador de cuentas del Tribunal de Santa Fe; Martín Jerónimo fue relator de la Real Audiencia; y Nicolás, canónico doctoral y abogado de la Real Audiencia.

   Muy enfermo, Juan Flórez de Ocáriz redactó su testamento y manifestó sus últimas voluntades ante el escribano Real, Juan de Escobar, el 18 de julio de 1692. Pocos días después, el 12 de agosto de aquel año, Ocáriz fallece en su casa de Santa Fe de Bogotá.

     Sobre Ocáriz dejó escrito Enrique Otero D’Costa:

    Si la muerte redujo a la nada la figura del buen hidalgo, en cambio ella no puede acabar con su memoria, y al cerrarse la tumba se abrió la cuna de la inmortalidad.

   Pereció la memoria de miles y miles de contemporáneos de Flórez de Ocáriz que en aquellos lejanos tiempos brillaron por sus posiciones oficiales, por sus riquezas, etc. Hoy de muchos de estos nombres (cuya suerte envidiaría el mismo Ocáriz) apenas si resta alguna borrosa huella, cuando no el olvido total. En cambio, el nombre de Juan Flórez de Ocáriz, que ocupara un lugar tan opaco, al lado de esos personajes, brilla y esplende con propia y brillante luz en el cielo de nuestra patria y en el libro de oro de nuestra literatura.


Artículo extractado del Libro "SEMBLANZAS SANLUQUEÑAS"