ANTONIO HUGO DE OMERIQUE

EL GRAN MATEMÁTICO ALABADO POR NEWTON


© José Carlos García Rodríguez

Desde que Isaac Newton alabara la obra Analysis Geometrica de Antonio Hugo de Omerique, el nombre del matemático nacido en Sanlúcar de Barrameda ha permanecido unido al del famoso científico inglés que logró describir la ley de la gravitación universal. El comentario de Newton sería recordado por el ingeniero, dramaturgo y político José Echegaray en su discurso titulado Historia de las matemáticas puras en nuestra España al ingresar en la Academia Real de Ciencias el 11 de marzo de 1866. También el arquitecto Lucio del Valle haría referencia a las alabanzas de Newton en su contestación al nuevo académico. Ambas personalidades coincidirían en señalar que la obra de Omerique, el más eminente de nuestros matemáticos del siglo XVII, había sido una excepción en el prolongado páramo científico español. 


Portada de Analysis Geométrica de Hugo de
Omerique (Biblioteca Nacional, Madrid)


Al tiempo que en el siglo XVII y principios del XVIII surgía en Europa una revolución científica sin precedentes, en España, por entonces muy aislada del exterior, el estudio y el desarrollo de las ciencias presentaban un estado de clara decadencia. Frente a nombres de la trascendencia de Blaise Pascal, René Descartes, Johannes Kepler, Gottfried Leibniz, Daniel Bernoulli, Isaac Newton o Galileo Galilei, España apenas presentaba un escaso y tímido progreso científico en ciudades como Valencia, Sevilla o Cádiz. En esta última ciudad, tan ligada a la navegación y al comercio, se inicia un notable movimiento científico gracias, muy especialmente, a la Compañía de Jesús.

En 1580 se había establecido en Cádiz el Colegio de la Compañía de Jesús donde estudiaban los hijos de los más importantes mercaderes y cargadores a Indias. La preocupación por la ciencia fue la característica de este colegio entre cuyos profesores hay que señalar a José Cañas, Eusebio Francisco Kino, Charles Powell y la figura más destacada del matemático checo Jacobo Kresa quien, tras pasar por el Colegio Imperial de Madrid, había sido enviado a Cádiz para inaugurar una Cátedra de Matemáticas en la que se agruparían tanto jesuitas como otras personas interesadas por el estudio de las matemáticas, ciencia que les era muy necesaria para sus actividades comerciales, de navegación o de ingeniería militar. 

Gracias al testamento de Hugo de Omerique que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz conocemos algunos pormenores de su vida. Hijo de una familia de comerciantes procedente de Flandes, Hugo de Omerique nació en Sanlúcar de Barrameda el 6 de enero de 1634. Educado en el colegio gaditano de los jesuitas, Omerique tuvo la oportunidad de recibir lecciones de Jacobo Kresa, adquiriendo unos profundos conocimientos matemáticos que le permitió acceder al puesto de Contador de Cuentas y Particiones de la Real Hacienda, profesión a la que dedica obras como Comercio de las barras de plata. Tablas artificiales para ajustar breve, fácil, y puntualmente el valor de una barra conforme al estilo de España y las Indias, un folleto que aplicaba el conocimiento de los logaritmos para simplificar operaciones comerciales y que fue editado por la Compañía de Jesús en Cádiz el año 1691. Se sabe que Omerique estuvo en Madrid, donde llegaría a tratar con el príncipe Rogelio Ventimiglia. Este personaje versado en Ciencias Exactas comunicó a Omerique algunos problemas geométricos que el sanluqueño incluiría en su obra Analysis Geométrica.

Testamento de Omerique (Archivo
Histórico Provincial de Cádiz)
A pesar de haberse perdido las mayor parte de la producción científica de Hugo de Omerique, sabemos que fue autor de un tratado de Aritmética y dos de Trigonometría, ninguno de ellos publicado y de los que se desconoce su paradero. En el libro Elementos de Euclides (1689) de su profesor Jacobo Kresa se incluyen dos problemas sobre rectas recíprocas resueltos por Omerique.

La obra más importante de Omerique, cuya autoría le erige como el matemático y geómetra español más importante del siglo XVII, es la ya citada Análysis Geométrica sive nova, et vera methodus resolvendi tam problemata geometrica (Análisis geométrico o Método de resolución de problemas nuevos y verdaderos, así como de cuestiones aritméticas), un libro de 440 páginas en 4º editado en Cádiz en 1698 e impreso por Cristóbal de Requena. Esta obra trata de la resolución de problemas geométricos mediante el método analítico, comenzando con una amplia introducción en la que su autor además de definir el concepto de análisis dedica unas páginas a los problemas de construcciones geométricas y proporciones. El libro I del Analysis Geométrica trata de la resolución de problemas mediante las relaciones de proporcionalidad entre las rectas, persiguiéndose este mismo objetivo en el libro II en el que se hace uso de la razón compuesta y de la semejanza entre figuras. En el libro III se resuelven los problemas mediante la comparación de "números planos" en tanto el libro IV y último se ocupa de los casos de compatibilidad de los problemas.

Capitulo introductorio del libro
Analysis Geométrica de Omerique.
El método de análisis de Omerique consistía fundamentalmente en el manejo de las proporciones haciendo uso de las enseñanzas de los geómetras clásicos, aunque también conociendo los métodos de Descartes, Vieta o Schoolen. En una segunda parte inédita de Analysis Geometrica, cuyo manuscrito se ha perdido, Omerique parece haber aplicado las coordenadas tridimensionales a la descripción de superficies curvas, anticipándose en más de 30 años a la obra Recherches sur les courbes a double courbure del matemático y astrónomo francés Alexis Claude Clairaut. Este libro le sirvió a Clairaut para ser admitido en la Academia de Ciencias Francesa tras su publicación en 1731.

El libro de Omerique despertó muy pronto el interés de historiadores como Jean Etienne Montucla, probablemente por el juicio elogioso que hizo Newton a la Analysis Geometrica. Dice Montucla “que España ha tenido, hacia fines de este siglo XVII, un analista geómetra que mereció consideración y alabanzas a Newton, a saber, el geómetra Hugo Omerique. En su obra quiso establecer el enlace entre el análisis algébrico de los antiguos y de los modernos, y de este modo encontró soluciones elegantes y sencillas, para muchos problemas”. Efectivamente, entre las cartas de Newton se conserva una en la que el científico inglés afirma:
He examinado el “Analysis Geometrica” de Omerique y lo considero una obra juiciosa y de valor que responde a su título, porque expone en la forma más sencilla el medio de restaurar el Análisis de los antiguos, que es más sencillo y más ingenioso y más a propósito para un geómetra que el Álgebra de los modernos. Así, su método le conduce generalmente a soluciones más sencillas y elegantes que aquellas otras obtenidas por el Álgebra.

Isaac Newton
El prestigioso ingeniero y arquitecto Lucio del Valle, contestando al discurso de ingreso en la Academia Real de Ciencias de José Echegaray, en 1866, se refirió al matemático nacido en Sanlúcar en los siguientes términos:
El método empleado por Omerique es el analítico, aplicado ya por los griegos y por los árabes; suponer el problema resuelto; establecer relaciones entre los datos y las incógnitas, y deducir de dichas relaciones el valor de las cantidades o magnitudes desconocidas; pero hay dos circunstancias que dan valor a la obra del geómetra sanlucarense. Es la primera, la unidad que en toda ella preside. Es la segunda, que su método es una combinación del análisis algebraico, y geométrico, lo cual constituye algo grandemente parecido a lo que en la Ciencia moderna se llama aplicación del Álgebra a la Geometría. ¿Quién sabe si en otro siglo y con otros estímulos hubiera sido Omerique el Descartes de nuestra España ?... Y obsérvese, por último, que cuando el inmortal geómetra inglés, el creador del Cálculo, el genio potente que descubrió la atracción, daba valor e importancia a la obra de Omerique, alguna novedad y adelanto debía contener para aquellos tiempos.
La cita que hace Marcelino Menéndez y Pelayo de Omerique en su Historia de los Heterodoxos Españoles es también hartamente significativa:
Por mucho que nos empeñemos en admirar las grandezas y esplendores de la edad presente, en vano buscan los ojos en esta España un matemático como Hugo de Omerique, cuya “Analysis geometrica, ....”, que por lo ingeniosa y aguda mereció los elogios de Newton, fue impresa en Cádiz en 1698, en tiempos en que el análisis matemático andaba en mantillas o gemía en la cuna"
El testamento de Antonio Hugo de Omerique, dado a la luz en 2016, comienza diciendo que fue vecino de la ciudad de Cádiz y natural de Sanlúcar de Barrameda, siendo hijo legítimo del capitán Hugo Antonio y de María Davide naturales de los reinos de Flandes. Por el testamento sabemos también que Omerique se casó dos veces. Su primera esposa fue Ana Caro y tras enviudar de ella volvió a contraer matrimonio, en esta ocasión con Magdalena de Lazarraga y Eguizavar con quien tuvo tres hijos: Máximo Antonio, Xavier Esteban e Ignacio Próspero. Una nota marginal que aparece en el documento testamentario nos dice que el genial matemático sanluqueño falleció en Cádiz en la noche del 27 de febrero de 1705, a la edad de 71 años.




BIBLIOGRAFÍA:

BARROSO ROSENDO, J. Ramón: Antonio Hugo de Omerique El legado de un matemático del Cádiz de finales del siglo XVII El documento destacado. Archivo Histórico Provincial de Cádiz, octubre de 2016.


BERENGUER Y BALLESTER, Pedro A: Hugo de Omerique, geómetra español del siglo XVII, Imprenta del Cuerpo de Artillería, Madrid, 1900.




LUIS DE EGUÍLAZ

Un romántico de segunda generación


© José Carlos García Rodríguez


Luis de Eguílaz




Dramaturgo, autor de libretos de zarzuelas, poeta, novelista y colaborador en los principales periódicos de Madrid, Luis de Eguílaz cultivó todos los géneros, legándonos una dilatada obra cuya trascendencia y valor literario le hacen merecedor de un reconocimiento del que hasta ahora, de forma incomprensible, no ha gozado.

Aunque su producción dramática no llegó a marcar un hito dentro de la historia del teatro español, Eguílaz es un autor que se mantuvo formalmente dentro de los preceptos vigentes en su época, brillando de forma muy especial al abordar en sus comedias y dramas las costumbres de la burguesía de su tiempo. Sin duda, el escritor sanluqueño es acreedor a una mayor presencia al ser estudiada la que se conoce como “segunda generación romática” de nuestro teatro del siglo XIX en la que también se incluyen a personalidades literarias de la categoría de Hartzenbusch o Ventura de la Vega.


Dámaso Luis Martínez de Eguílaz y Eguílaz nació el 20 de agosto de 1830 en Sanlúcar de Barrameda, en la calle del Barrio Alto hoy rotulada con su nombre. Sus padres, Dámaso y Luisa Martínez de Eguílaz, eran primos carnales y descendientes de una noble familia cuyos apellidos desvelan sus orígenes cántabros, alaveses y vizcaínos.
Casa natal de Luis de Eguílaz en
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

Tras la muerte del padre, la familia queda en una delicada situación económica que se va complicando con los años, aunque doña Luisa, persona bien instruída, no se despreocupa por la educación de sus cinco hijos. Para maestro de Luis elige al sacerdote antequerano Juan María Capitán, un famoso humanista y poeta afincado en Jerez de la Frontera en cuyo colegio de San Juan Bautista –luego Instituto Provincial- fue profesor de Humanidades. Capitán alentó en Luis de Eguílaz la inicial afición literaria que le había inculcado su madre y que le llevaría a estrenar en Jerez con solo catorce años la comedia en un acto Por dinero baila el perro. “La obra fué estrepitosamente aplaudida, y su joven autor llamado al palco escénico al final de la representación”, cuenta Carlos de Ochoa en el prólogo del libro Obras dramáticas de Don Luis de Eguílaz editada por Baudry en París.

En 1849 Luis de Eguílaz marcha a Madrid donde inicia la carrera de Derecho en la Universidad Central a la vez que continúa atendiendo su vocación literaria. A la Corte le acompaña un amigo de la infancia, Diego de Luque, un jerezano que años más tarde sorprendería a la crítica con su drama histórico La Dama del Conde Duque.
Eguílaz en la etapa de sus
primeros éxitos.







En enero de 1853, siendo aún estudiante de leyes, Eguílaz estrena con gran éxito la comedia en tres actos y en verso Verdades amargas comenzando a gozar de una popularidad como autor teatral que le habría de acompañar a lo largo de toda su vida. En octubre del mismo año presenta en el Teatro del Príncipe la comedia titulada Las prohibiciones, obteniendo también un éxito notable. En sus primeros años como autor dramático Eguílaz utilizaría en ocasiones el seudónimo El Licenciado Escribe, que toma del apellido del famoso autor francés Eugène Scribe. Con este seudónimo firma Mariana de Barlu (1852), una parodia del drama de Scribe titulado Adriana Lecouvreur.

Con Verdades amargas y Las prohibiciones iniciaba Luis de Eguílaz una serie de comedias y dramas de costumbres burguesas. En ellas trata asuntos como la vida matrimonial, la educación de los hijos, el ansia de poder o la agitada vida política de la que el autor sanluqueño fue testigo: La vida de Juan soldado (1856), Grazalema (1857), Mentiras dulces (1859), Los crepúsculos (1861), Los soldados de plomo (1865), Quiero y no puedo (1867) o La convalecencia (1868). Especial mención merece la obra La cruz del matrimonio en cuyo estreno en el Teatro Variedades de Madrid la noche del 28 de noviembre de 1861 logró Luis de Eguílaz un gran éxito, alcanzando casi setenta representaciones.

Edición reciente de la novela histórica
La espada de San Fernando
Eguílaz, quien se llama a sí mismo “paladín constante del teatro nacional”, cultiva también el drama histórico de rasgos líricos, en muchas de cuyas obras son protagonistas nuestros grandes escritores de la Edad Media y del Siglo de Oro: Una Aventura de Tirso (1855); Las querellas del rey Sabio (1858); Los dos camaradas (1867), un drama en dos actos que dejó sin terminar Ventura de la Vega y cuyos principales personajes son Cervantes y Juan de Austria; El patriarca del Turia (1874), referida al escritor Juan de Timoneda, o La vaquera de la Finojosa (1874), inspirada en la famosa serranilla de Íñigo López de Mendoza. En colaboración con Luis Mariano de Larra, hijo del famoso periodista y escritor, escribe la comedia Una Virgen de Murillo que se representó por primera vez en Madrid el 24 de diciembre de 1854. En menor medida Luis de Eguílaz también escribe novelas históricas como La espada de San Fernando: novela histórica-caballeresca (1854), una obra por la que recibió mil reales del editor y que ha sido reimpresa en numerosas ocasiones, incluso en época reciente, y El milagro: novela histórica, fantástica, religiosa y filosófica (1871).
Argumento de El Molinero de Subiza, zarzuela
cuyo argumento escribió Eguílaz.

Entre los libretos de zarzuela escritos por Eguílaz debemos destacar El esclavo, con música de Sánchez Allu y Luis Cepeda, estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 24 de dicienbre de 1856; El salto del pasiego, obra póstuma, con música de Manuel Fernández Caballero; y su mayor éxito, El molinero de Subiza (1871), con música de Cristóbal Oudrid. Esta última se trata de una zarzuela histórico-romancesca en tres actos que fue estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 21 de diciembre de 1870, unos días antes del asesinato de Prim justo al lado del teatro. Fue tan grande el éxito de esta obra que ni siquiera el magnicidio pudo enturbiarlo, llegando a superar las trescientas representaciones. El trabajo de Luis de Eguílaz fue calificado por la crítica de “drama romántico de entonación vigorosa, versificación robusta, interés sostenido y creciente, muchas y buenas situaciones y caracteres bien dibujados, equiparable a las obras de García Gutiérrez y Zorrilla”.

En la zarzuela El Molinero de Subiza la música de Cristóbal Oudrid colorea magníficamente un argumento con presencia de damas y caballeros que se desarrolla en el reino de Navarra en el siglo XII. La obra narra la rebelión de los nobles navarros cuando accede al trono Ramiro I el Monje. Esta zarzuela sigue la tradición de la zarzuela romántica, haciéndose notar la influencia francesa e italiana. La música de Oudrid fue considerada como la mejor de toda su producción, aunque actualmente solo se le recuerda por la Salve marinera que interpreta el coro de la zarzuela y que fue adoptada por la Marina Española como uno de sus más queridos himnos.
La difundida imagen de Eguílaz  dibujada por Alfredo Perea,
aparecida  en La Ilustración Española y Americana el 30 de
junio de 1874 con motivo del fallecimiento del dramaturgo.

Eguílaz también ejerció como periodista notable, llegando a colaborar en numerosísimas publicaciones y en las cabeceras más importantes de Madrid, entre ellas, La Época, La Correspondencia de España y El Imparcial.

A la muerte de José Sanz Pérez, director del Archivo Histórico Nacional, Luis de Eguílaz solicitó el puesto vacante, siéndole concedido en 1870 por el entonces Ministro de Fomento, José Echegaray. Pero los graves problemas de salud del escritor sanluqueño habrían de dificultarle su labor al frente de aquel archivo.

El 22 de julio de 1874, apenas un mes antes de cumplir la edad de 44 años, Eguílaz muere víctima de la tuberculosis que padece, en su domicilio de Madrid.