LUIS DE EGUÍLAZ

Un romántico de segunda generación


© José Carlos García Rodríguez


Luis de Eguílaz




Dramaturgo, autor de libretos de zarzuelas, poeta, novelista y colaborador en los principales periódicos de Madrid, Luis de Eguílaz cultivó todos los géneros, legándonos una dilatada obra cuya trascendencia y valor literario le hacen merecedor de un reconocimiento del que hasta ahora, de forma incomprensible, no ha gozado.

Aunque su producción dramática no llegó a marcar un hito dentro de la historia del teatro español, Eguílaz es un autor que se mantuvo formalmente dentro de los preceptos vigentes en su época, brillando de forma muy especial al abordar en sus comedias y dramas las costumbres de la burguesía de su tiempo. Sin duda, el escritor sanluqueño es acreedor a una mayor presencia al ser estudiada la que se conoce como “segunda generación romática” de nuestro teatro del siglo XIX en la que también se incluyen a personalidades literarias de la categoría de Hartzenbusch o Ventura de la Vega.


Dámaso Luis Martínez de Eguílaz y Eguílaz nació el 20 de agosto de 1830 en Sanlúcar de Barrameda, en la calle del Barrio Alto hoy rotulada con su nombre. Sus padres, Dámaso y Luisa Martínez de Eguílaz, eran primos carnales y descendientes de una noble familia cuyos apellidos desvelan sus orígenes cántabros, alaveses y vizcaínos.
Casa natal de Luis de Eguílaz en
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

Tras la muerte del padre, la familia queda en una delicada situación económica que se va complicando con los años, aunque doña Luisa, persona bien instruída, no se despreocupa por la educación de sus cinco hijos. Para maestro de Luis elige al sacerdote antequerano Juan María Capitán, un famoso humanista y poeta afincado en Jerez de la Frontera en cuyo colegio de San Juan Bautista –luego Instituto Provincial- fue profesor de Humanidades. Capitán alentó en Luis de Eguílaz la inicial afición literaria que le había inculcado su madre y que le llevaría a estrenar en Jerez con solo catorce años la comedia en un acto Por dinero baila el perro. “La obra fué estrepitosamente aplaudida, y su joven autor llamado al palco escénico al final de la representación”, cuenta Carlos de Ochoa en el prólogo del libro Obras dramáticas de Don Luis de Eguílaz editada por Baudry en París.

En 1849 Luis de Eguílaz marcha a Madrid donde inicia la carrera de Derecho en la Universidad Central a la vez que continúa atendiendo su vocación literaria. A la Corte le acompaña un amigo de la infancia, Diego de Luque, un jerezano que años más tarde sorprendería a la crítica con su drama histórico La Dama del Conde Duque.
Eguílaz en la etapa de sus
primeros éxitos.







En enero de 1853, siendo aún estudiante de leyes, Eguílaz estrena con gran éxito la comedia en tres actos y en verso Verdades amargas comenzando a gozar de una popularidad como autor teatral que le habría de acompañar a lo largo de toda su vida. En octubre del mismo año presenta en el Teatro del Príncipe la comedia titulada Las prohibiciones, obteniendo también un éxito notable. En sus primeros años como autor dramático Eguílaz utilizaría en ocasiones el seudónimo El Licenciado Escribe, que toma del apellido del famoso autor francés Eugène Scribe. Con este seudónimo firma Mariana de Barlu (1852), una parodia del drama de Scribe titulado Adriana Lecouvreur.

Con Verdades amargas y Las prohibiciones iniciaba Luis de Eguílaz una serie de comedias y dramas de costumbres burguesas. En ellas trata asuntos como la vida matrimonial, la educación de los hijos, el ansia de poder o la agitada vida política de la que el autor sanluqueño fue testigo: La vida de Juan soldado (1856), Grazalema (1857), Mentiras dulces (1859), Los crepúsculos (1861), Los soldados de plomo (1865), Quiero y no puedo (1867) o La convalecencia (1868). Especial mención merece la obra La cruz del matrimonio en cuyo estreno en el Teatro Variedades de Madrid la noche del 28 de noviembre de 1861 logró Luis de Eguílaz un gran éxito, alcanzando casi setenta representaciones.

Edición reciente de la novela histórica
La espada de San Fernando
Eguílaz, quien se llama a sí mismo “paladín constante del teatro nacional”, cultiva también el drama histórico de rasgos líricos, en muchas de cuyas obras son protagonistas nuestros grandes escritores de la Edad Media y del Siglo de Oro: Una Aventura de Tirso (1855); Las querellas del rey Sabio (1858); Los dos camaradas (1867), un drama en dos actos que dejó sin terminar Ventura de la Vega y cuyos principales personajes son Cervantes y Juan de Austria; El patriarca del Turia (1874), referida al escritor Juan de Timoneda, o La vaquera de la Finojosa (1874), inspirada en la famosa serranilla de Íñigo López de Mendoza. En colaboración con Luis Mariano de Larra, hijo del famoso periodista y escritor, escribe la comedia Una Virgen de Murillo que se representó por primera vez en Madrid el 24 de diciembre de 1854. En menor medida Luis de Eguílaz también escribe novelas históricas como La espada de San Fernando: novela histórica-caballeresca (1854), una obra por la que recibió mil reales del editor y que ha sido reimpresa en numerosas ocasiones, incluso en época reciente, y El milagro: novela histórica, fantástica, religiosa y filosófica (1871).
Argumento de El Molinero de Subiza, zarzuela
cuyo argumento escribió Eguílaz.

Entre los libretos de zarzuela escritos por Eguílaz debemos destacar El esclavo, con música de Sánchez Allu y Luis Cepeda, estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 24 de dicienbre de 1856; El salto del pasiego, obra póstuma, con música de Manuel Fernández Caballero; y su mayor éxito, El molinero de Subiza (1871), con música de Cristóbal Oudrid. Esta última se trata de una zarzuela histórico-romancesca en tres actos que fue estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 21 de diciembre de 1870, unos días antes del asesinato de Prim justo al lado del teatro. Fue tan grande el éxito de esta obra que ni siquiera el magnicidio pudo enturbiarlo, llegando a superar las trescientas representaciones. El trabajo de Luis de Eguílaz fue calificado por la crítica de “drama romántico de entonación vigorosa, versificación robusta, interés sostenido y creciente, muchas y buenas situaciones y caracteres bien dibujados, equiparable a las obras de García Gutiérrez y Zorrilla”.

En la zarzuela El Molinero de Subiza la música de Cristóbal Oudrid colorea magníficamente un argumento con presencia de damas y caballeros que se desarrolla en el reino de Navarra en el siglo XII. La obra narra la rebelión de los nobles navarros cuando accede al trono Ramiro I el Monje. Esta zarzuela sigue la tradición de la zarzuela romántica, haciéndose notar la influencia francesa e italiana. La música de Oudrid fue considerada como la mejor de toda su producción, aunque actualmente solo se le recuerda por la Salve marinera que interpreta el coro de la zarzuela y que fue adoptada por la Marina Española como uno de sus más queridos himnos.
La difundida imagen de Eguílaz  dibujada por Alfredo Perea,
aparecida  en La Ilustración Española y Americana el 30 de
junio de 1874 con motivo del fallecimiento del dramaturgo.

Eguílaz también ejerció como periodista notable, llegando a colaborar en numerosísimas publicaciones y en las cabeceras más importantes de Madrid, entre ellas, La Época, La Correspondencia de España y El Imparcial.

A la muerte de José Sanz Pérez, director del Archivo Histórico Nacional, Luis de Eguílaz solicitó el puesto vacante, siéndole concedido en 1870 por el entonces Ministro de Fomento, José Echegaray. Pero los graves problemas de salud del escritor sanluqueño habrían de dificultarle su labor al frente de aquel archivo.

El 22 de julio de 1874, apenas un mes antes de cumplir la edad de 44 años, Eguílaz muere víctima de la tuberculosis que padece, en su domicilio de Madrid.