ALONSO FERNÁNDEZ DE LUGO

 Conquistador de Tenerife y Adelantado de Canarias


© José Carlos García Rodríguez




Alonso Fernández de Lugo es uno de esos conquistadores españoles cuya memoria es hoy objeto de una mala prensa, a veces cargada de injusta exageración si se obvian las circunstancias que concurrieron en siglos pasados. Aunque admirado y ensalzado por los primeros historiadores, la historiografía moderna es muy severa a la hora de enjuiciar su proceder, especialmente al valorar su deslealtad hacia los aborígenes vencidos y sometidos a las tropas castellanas tras haber pactado su rendición.

Al analizar la personalidad del conquistador y Adelantado de Canarias escribe el historiador tinerfeño Antonio Romeu de Armas, considerado como el mejor de sus biógrafos: “Alonso de Lugo no es ni mejor ni peor que otros conquistadores de la tierra. Tiene virtudes de unos y defectos de otros y viceversa. Su trato podría ser éste: valiente hasta rayar en la temeridad; es decir, más esforzado que buen capitán, mejor soldado que estratega –ello explica algunos de sus fracasos-; ambicioso, y, como tal, andariego e inquieto; rebelde, unas veces, y sumiso y obediente, otras, según las circunstancias... En fin, hábil, mañoso, interesado, con pocos escrúpulos, arbitrario, despótico, gran protector de los de su linaje y en extremo devoto de los santos... Es el modelo de los conquistadores de todas las épocas, con todas las virtudes y vicios inherentes a su cargo. Su escenario es más reducido, pobre y bucólico que el que tuvieron para teatro de sus hazañas los grandes conquistadores de América; por eso su figura queda también en un discreto segundo plano”.

Alonso Fernández de Lugo y de las Casas, hijo segundo de Pedro Fernández de Lugo Señorino, hidalgo y comerciante de ascendencia gallega muy ligado al comercio con Canarias, y de Inés de las Casas, nació en Sanlúcar de Barrameda hacia 1456, en tiempos en que en Castilla reinaba Enrique IV y Juan Alonso Pérez de Guzmán, I duque de Medina Sidonia, era señor de Sanlúcar.

Pocas noticias nos han llegado de los primeros años de Alonso Fernández de Lugo en su Sanlúcar natal. Conocemos que hacia 1475 contrajo matrimonio con Catalina Xuárez Gallinato, y que más tarde, en 1478, puesto a las órdenes de Juan Rejón, formó parte muy activa en la conquista de la isla de Gran Canaria. Después, junto a Pedro de Vera, participa en las primeras expediciones a Tenerife y La Palma.

A su regreso a la Península, Fernández de Lugo solicitó permiso a la Corona para acometer la conquista de las islas que todavía permanecían en poder de los indígenas. Aprobada su propuesta, el conquistador sanluqueño es nombrado gobernador de La Palma, concediéndosele el privilegio del quinto de los cautivos y botín y la suma de setecientos mil maravedíes, siempre y cuando lograse la conquista de la isla en el plazo improrrogable de un año.

Tras desembarcar en La Palma funda la que se llamó en principio villa de Apurón que, pasado el tiempo, sería conocida por el nombre de Santa Cruz de la Palma. Culminada la incorporación de La Palma a la Corona de Castilla, Alonso parte de nuevo hacia la Corte para capitular la conquista de Tenerife, siéndole concedidos por los reyes los derechos en diciembre de 1493. Agradecido por los privilegios que le otorgan los monarcas, el conquistador sanluqueño renuncia a los setecientos mil maravedíes que los Reyes Católicos le habían prometido por la conquista de La Palma.

Para financiar la expedición de conquista de Tenerife, Fernández de Lugo vende sus propiedades de Sanlúcar y de Sevilla y llega a acuerdos con comerciantes genoveses. Al frente de su nuevo ejército desembarca en la isla el 3 de mayo de 1494 plantando una cruz donde construiría el real de la Santa Cruz, campamento militar germen de la primitiva población de Santa Cruz de Tenerife. Alonso reafirma las paces que Pedro de Vera había hecho con los bandos de Güímar, Adeje, Abona y Anaga. Más tarde se entrevista en La Laguna con el mencey –nombre que recibían los jefes guanches- de Taoro Bencomo, de la que resultan enemigos. Al avanzar el ejército de Fernández de Lugo hacia el interior de la isla para comenzar su conquista, los guanches lo cercan en el barranco de Acentejo donde los castellanos son vencidos y masacrados. El mismo Alonso resulta herido al recibir una pedrada en la mandíbula aunque logra escapar con un grupo de supervivientes, ordenándose la retirada a la isla de Gran Canaria.

Tras recibir ayuda del duque de Medina Sidonia, quien le envía un cuerpo de soldados veteranos de la guerra de Granada, y conseguida la suficiente financiación, Fernández de Lugo reanuda la campaña de Tenerife en diciembre de 1495. Cerca del barranco de Acentejo vuelve a enfrentarse a los guanches a los que esta vez vence en la que ha sido llamada “Victoria de Acentejo” con la que termina prácticamente la resistencia de los aborígenes.

La página más oscura de la biografía de Alonso Fernández de Lugo es la referente al trato que dió a los guanches sometidos a los que sin reparar en si pertenecían a bandos aliados o enemigos, llega a esclavizar. Esta injusta actuación del conquistador de Tenerife dió lugar a numerosas reclamaciones, incluso por parte de la Corona que se vió obligada a intervenir mandando al gobernador de Gran Canaria, Sánchez de Valenzuela, con la orden de liberar a todos los isleños que habían sido apresados.

En reconocimiento a los servicios prestados durante la conquista de las Islas Canarias los Reyes Católicos nombran a Alonso Fernández de Lugo gobernador de Santa Cruz de Tenerife y de La Palma en 1496. De regreso en España lucha contra las tropas francesas en el Rosellón, siéndole concedido en 1503 el título de Adelantado de las Canarias y de Capitán General de la Costa de África del cabo de Guer al Bojador

En 1498, viudo de su primera esposa Catalina Xuárez Gallinato con la que tuvo a sus hijos Fernando, Pedro y Beatriz, Alonso Fernández de Lugo contrae nuevas nupcias con Beatriz de Bobadilla, señora de La Gomera, de la que también enviuda sin que hubiese descendencia de esta unión. Por último, en 1514, Alonso volvería a casarse, esta vez con Juana de Massiéres, dama de la corte de Germana de Foix, segunda esposa del rey Fernando el Católico, con quien tiene a sus hijas Luisa y Constanza.

El 20 de mayo de 1525 fallece Alonso Fernández de Lugo. La muerte del conquistador sanluqueño tiene lugar en su casa de San Cristóbal de La Laguna, siendo enterrado en el Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna. En 1880, setenta años después de que el santuario fuese destruido durante un incendio, los restos del conquistador sanluqueño fueron trasladados a la Catedral de San Cristóbal de La Laguna donde actualmente reposan.