FERNANDO DE ORLEANS-BORBÓN

 El Infante sanluqueño


© José Carlos García Rodríguez


En la madrugada del día 29 de mayo de 1859 la infanta María Luisa de Borbón daba a luz en el palacio de los Orleans-Borbón de Sanlúcar de Barrameda al Infante don Fernando, primer hijo varón de los duques de Montpensier y único entre los nueve vástagos del matrimonio nacido en la ciudad gaditana. El acontecimiento, según cuenta la prensa de la época, produjo un entusiasmo y placer general entre los sanluqueños “por haber tenido nuestra adorada Infanta un parto feliz y dado a luz un Infante robusto, honrando así al pueblo de Sanlúcar que ya cuenta con orgullo entre sus ilustres hijos al primer varón de esa unión santa y virtuosa que todo el mundo admira y bendice de las ramas de Orleans y Borbón”. 

El Infante Fernando de Orleans





Los veinticinco cañonazos que se oyeron en todos los rincones de Sanlúcar a las tres menos cuarto de la madrugada del 29 de mayo de 1859, unidos al repique general de campanas de las iglesias, anunciaron un feliz y esperado desenlace: el nacimiento en la ciudad de un hijo de los duques de Montpensier. El acontecimiento producido aquella inolvidable noche hizo que la alegría se apoderase de los sanluqueños, un gozo que cada cual mostró a su manera con el reconocimiento hacia los duques por haberse dignado a honrarles con un hecho que podría contribuir en mucho al buen nombre y porvenir de la ciudad. El parto, según el despacho telegráfico enviado por el Capitán General de Andalucía al presidente del Consejo de Ministros, Leopoldo O'Donnell, se había producido a las dos y quince minutos de aquella memorable madrugada.

Antes que Fernando, quinto entre los hijos de los Montpensier, habían nacido sus hermanas Isabel, Amalia, María Cristina y Regla. Un varón que había antecedido a Fernando había nacido muerto en 1857.

Presentación y bautizo del Infante


Juan José González Nandín y Ágreda, Regente de la Real Audiencia de Sevilla, persona autorizada por Real Orden de 24 de abril de 1859 para ejercer las funciones de Notario Mayor de los Reinos, es el encargado de redactar el Acta de nacimiento y presentación del Infante don Fernando. En su certificación, González Nandín da cuenta del acontecimiento desde el momento en que la Infanta María Luisa había mostrado los primeros síntomas de parto en las últimas horas de la noche del 28 de mayo en que es atendida por los doctores Antonio Serrano, médico efectivo de cámara de S. M. al servicio de SS. A A. RR. los Duques de Montpensier, y Andrés Joaquín Azopardo, médico de cámara de S. M.

De acuerdo con las reales disposiciones que habían sido publicadas previamente en la Gaceta de Madrid del 20 de abril de 1859, en el patio y los diferentes aposentos del palacio de los Orleans-Borbón empiezan a reunirse aquella noche las personalidades que desde el 20 de mayo permanecían en Sanlúcar a la espera de ser testigos del alumbramiento de la Infanta María Luisa. Todos ellos, conforme al ceremonial, acuden al palacio ducal ataviados con sus vistosos trajes y uniformes. Son representantes del Consejo de Ministros, del Senado, de la Diputación Permanente de la Grandeza de España, de la Mayordomía Mayor de S. M., de las Asambleas de las Órdenes de Carlos III e Isabel la Católica, del Supremo Tribunal de la Rota, de la Maestranza de Sevilla, del Tribunal Especial de las Órdenes Militares, de la Audiencia de Sevilla, de los ministerios de Marina y Guerra, del Consejo de Estado y del Arzobispado de Sevilla, encabezado éste por su cardenal arzobispo Manuel Joaquín Tarancón y Morón. Por el cuerpo diplomático extranjero asiste Eduardo Sirtema, barón de Grovestins, ministro plenipotenciario del rey Guillermo III de los Países Bajos quien actúa en nombre y representación de los embajadores acreditados ante la Corte española. En fin, un abigarrado conjunto de senadores, diputados, diplomáticos, magistrados, militares de alta graduación, encopetadas damas de la Corte, maestrantes, miembros de la nobleza, clérigos, caballeros grandes cruces y de diferentes órdenes militares y civiles cuyo número, superior a los dos centenares de relevantes personalidades que representaban a todas las corporaciones del Estado, nunca se había visto en Sanlúcar.

Todos los referidos señores concurrentes escribe González Nandín en su Actapermanecieron reunidos hasta que a las dos y cuarto de la madrugada se presentó en la Real Cámara S. A. Real el Sermo. Sr. D. Antonio María Luis Felipe de Orleans, Duque de Montpensier, acompañado de la Excelentísima Sra. Marquesa de Santa Cruz; de los Excmos. Sres. Duque de Medina de las Torres y Marqués de Moscoso y de su Ayudante de Campo el Teniente Coronel D. Felipe Solís, conduciendo en sus brazos un Infante que la Serma. Sra. Infanta, su augusta esposa, acababa de dar a luz en aquel mismo instante con el auxilio de la Divina Providencia y con la más completa felicidad; y previa la declaración que ante mí hicieron de palabra los facultativos asistentes al alumbramiento de haber puesto en manos de su augusto padre al Infante recién nacido, acto continuo de desprenderse del seno materno de cuyo hecho conservaba evidentes señales, fué descubierto y presentado por mí a todos los señores concurrentes, los cuales como testigos que son de esta solemnidad, honrados para ello con la confianza de S. M. por los conceptos ya indicados, quedaron penetrados y convencidos, como yo lo quedé también, de la certeza de lo que va referido y pasó a nuestra presencia; de todo lo cual, así como de la vida y existencia del Infante recién nacido, y de haberse verificado del modo y forma aquí consignados, y de que firman a continuación todos los señores presentes como testigos”.

A continuación, todas las personalidades que concurrieron al palacio de los Orleans-Borbón, después de firmar el Acta que autorizó el señor González Nandin, pasaron a la iglesia de la Merced, donde el cardenal arzobispo de Sevilla, puesto de pontifical, entonó el Te Deum, seguido por una solemne misa oficiada por tres canónigos. Al amanecer de aquel 29 de mayo ondeó el pabellón nacional en el palacio de los Montpensier, en el Ayuntamiento y demás edificios públicos de Sanlúcar, adornándose muchas casas con vistosas colgaduras. El duque de Montpensier remitió aquella misma jornada a cada convento de monjas de la ciudad la cantidad de 1.500 reales, compensando igualmente, económicamente y con cajas de puros, a los oficiales y a las tropas que habían permanecido en Sanlúcar en espera del nacimiento del Infante don Fernando. A la caída de la noche se iluminó la población al tiempo que el repique de campanas parecía expresar el gozo del vecindario.

A las 8 de la tarde del mismo día 29 de mayo tuvo lugar en el palacio de los Montpensier el solemne bautizo del nuevo Infante de España. A dicha hora y en los salones bajos del palacio adornados e iluminados con una extraordinaria profusión de luces, se encontraban reunidos todos los testigos designados, además del alcalde de Sanlúcar, Rafael Esquivel y Vélez, de los concejales del municipio y de un gran número de sanluqueños que fueron expresamene invitados por el duque.

Con las formalidades y ceremonias acostumbradas por la familia real española se verificó en el gran salón del palacio el bautizo del neonato por el cardenal arzobispo de Sevilla, siendo sus padrinos el hermano de Montpensier, Enrique de Orleans, duque de Aumale, y su esposa, María Carolina de Borbón-Dos Sicilias, quienes fueron representados por el duque de Medina de las Torres y la marquesa de Santa Cruz. Al bautizado le fueron impuesto los nombres de Fernando, María, Enrique, Carlos, Antonio, Luis, Felipe, Francisco, Ramón, Nicolás, Domingo, Blas, Cayetano, Manuel, José, Joaquín, Santísima Trinidad, Rafael, Gaspar, Melchor, Baltasar, Maximino y todos los Santos.

Concluida la ceremonia del bautizo se procedió a leer la carta autógrafa de la reina Isabel II por la que concedía a su sobrino Fernando de Orleans y Borbón la Gran Cruz de Cárlos III y le otorgaba las prerrogativas de Infante de España. A continuación, el duque de Montpensier, en su condición de gran Canciller de la Orden de Carlos III, condecoró a su hijo con la mencionada insignia. Retirada la comitiva que conducía al recién nacido, se sirvió a todos los convidados una gran abundancia de dulces y helados con refrescos de todas clases, permaneciendo Antonio de Orleans un largo rato conversando y atendiendo a todos los concurrentes mientras las inmediaciones del `palacio estaban ocupadas por un inmenso gentío que vitoreaba al recién nacido y a sus padres. Terminada la recepción, una gran parte de los asistentes al bautizo del Infante se trasladó al Teatro Principal, iluminado de forma extraordinaria con motivo de la gran festividad del día y donde se representaba una función lírico-dramática a la que siguió un baile de gran gala organizado por el Casino.

Al día siguiente, festividad de San Fernando, onomástica del Infante recién bautizado, Antonio de Orleans recibió durante dos horas a cuantas personas acudieron a felicitarlo. Después, el duque asistiría a una sesión extraordinaria celebrada por el Ayuntamiento bajo la presidencia del Gobernador de la provincia en la que se acordó la construcción de una vía férrea de Sanlúcar a Jerez bajo la protección de SS. AA. RR. los Sermos. Sres. Duques de Montpensier, un proyecto que se demoraría y que no se haría realidad hasta 1877 por iniciativa de otros promotores.

Años más tarde, en sesión capitular celebrada el 13 de marzo de 1864, el Ayuntamiento de Sanlúcar acordó rotular el paseo de la Calzada como “Calzada del Serenísimo Infante don Fernando de Orleans y Borbón”, nombre que se mantendría hasta la boda de la Infanta María de las Mercedes también hija de los duques de Montpensier con su primo Alfonso XII. Por este motivo el emblemático paseo sanluqueño pasó a llamarse “Calzada de la Reina Mercedes” por acuerdo municipal del 23 de enero de 1878, rotulación que se mantuvo hasta la proclamación de la II República en 1931.

La ermita de Valme

El nacimiento del nuevo hijo del matrimonio Montpensier la víspera de la celebración del día de San Fernando, llevó a Antonio de Orleans la idea de restaurar la ermita de Valme en la localidad sevillana de Dos Hermanas, un monumento muy relacionado con el rey Fernando III El Santo, conquistador de Sevilla, cuya historia había conocido el duque a través de la novela La familia de Albareda, escrita en 1849 por Cecilia Böhl de Faber, la célebre Fernán Caballero, buena amiga de la familia ducal.

Antonio de Orleans, satisfecho en su ansiado deseo de tener un hijo varón, expresa al cardenal arzobispo de Sevilla su intención de levantar una nueva capilla sobre los restos de la antigua ermita de Valme que tan hermosamente describe Cecilia en el inicio de su libro. De esta forma, el duque de Montpensier daba testimonio público de gratitud a Dios por el nacimiento de su hijo Fernando.







Dos imágenes de la Ermita de Valme en Dos Hermanas.

Fotografías de Francisco Leygonier, 1859 




Una vez conseguida la necesaria autorización eclesiástica se inicia la reconstrucción de la ermita de Valme cuyos trabajos se desarrollan a lo largo del verano de 1859. Intervienen en la obra el arquitecto Balbino Marrón, los pintores Antonio Cabral Bejarano y Juan de Lizasoain, ambos vinculados al círculo artístico de los Montpensier, y el encargado de obras de los duques José María Ríos, todos ellos siguiendo las instrucciones que Antonio de Orleans, desde Sanlúcar, donde pasa el verano, remitía diariamente por vía fluvial al palacio sevillano de San Telmo a su secretario Isidro de las Cagigas. Montpensier se ocuparía personalmente de definir los criterios que debían seguirse en las obras de la ermita así como de la búsqueda y compra de los elementos que habrían de dotar al pequeño templo de todo lo que le fuese necesario para su pronta apertura al culto.

En la mañana del 9 de octubre de 1859, apenas cuatro meses después de iniciadas las obras, se procede a la inauguración de la nueva ermita de Valme. En aquel día grande para Dos Hermanas tiene lugar una solemne celebración en la que los Montpensier presiden la entronización de la Virgen en la remozada capilla. El acto comienza con una misa seguida de un desayuno para los invitados, organizándose a continuación la procesión que traslada la imagen titular a su ermita. El cortejo lo inicia un numeroso grupo de vecinos portando hachones a los que seguían las autoridades provinciales, el ayuntamiento de Dos Hermanas y el cabildo catedralicio encabezado por el cardenal arzobispo. Montpensier cierra la procesión portando el pendón de San Fernando que dos años antes se había restaurado a sus expensas. Junto a Antonio de Orleans se encuentra su esposa la Infanta María Luisa y su hijo Fernando, de tan solo cuatro meses, en brazos de su nodriza.

La formación de Fernando de Orleans y Borbón

La llegada del primer varón a la familia Montpensier llena de gozo a Antonio de Orleans quien se ocuparía de ir proporcionano a su hijo una educación acorde con el destino de alta dignidad que espera para él. De la formación religiosa de Fernando, tan importante para su madre, se encarga Juan Domingo Eguezábal, capellán del palacio de San Telmo, de quien el niño recibe lecciones de Religión e Historia Sagrada. Para tutor del joven Infante Montpensier contrata a Bruno Moreno, un aventajado alumno de la Escuela de Caminos que concluiría sus estudios con notas excelentes y con reputación de persona de gran talento. José de Echegaray, quien había sido profesor de Moreno, nos habla en su libro Recuerdos de las instrucciones que Antonio de Orleans había dado al tutor de su hijo cuando éste entró al servicio de los Montpensier: “Quiero, vino a decirle, que mi hijo sea un buen católico, un buen español, un caballero, y después, si es posible, un hombre de ciencia; por lo menos que adquiera la cultura propia del siglo en que vivimos”.


Petit Séminaire La Chapelle-Saint -Mesmin


Bruno Moreno, hombre de sociedad y de gustos aristocráticos, que hablaba perfectamente francés y cuya excelente formación científica complementaba con una gran afición literaria, cumplió a la perfección el trabajo encomendado por el duque, preparando especialmente a Fernando, quien daba muestras de gran inteligencia, en las asignaturas de Matemáticas y Gramática Española para su ingreso en el Colegio Valldemia de la localidad barcelonesa de Mataró, actualmente colegio de Maristas y por entonces un prestigioso centro privado seglar creado en 1855 por Hermenegildo Coll de Valldemia con avanzados métodos didácticos y dirigido a alumnos españoles y extranjeros de clase noble y acomodada.

Los Montpensier, para los que corrían malos tiempos en España, se trasladan a Francia en el verano de 1871, instalándose en el castillo de Randan, en la Auvernia, una gran finca que Antonio de Orleans había recibido como legado de su tía Madame Adelaida. Al establecerse la familia en territorio francés se decide que Fernando deje de estudiar en Mataró dado el peligro que suponían las partidas carlistas que dominaban buena parte de Cataluña. Como nuevo centro de estudios para el joven infante se elige el Petit Séminaire La Chapelle-Saint-Mesmin, en el departamento francés de Loiret, un centro educativo de reputación internacional al que el político e historiador francés Alfred de Falloux definió como "el palacio de la educación" y en donde Fernando de Orleans y Borbón continuaría sus estudios con brillante aprovechamiento.

La prematura muerte del Infante don Fernando

En La Chapelle-Saint-Mesmin fallece el Infante don Fernando el 3 de diciembre de 1873, a la edad de 14 años, víctima de una neumonía desarrollada como secuela del sarampión que padece. El joven, en quien sus padres habían puesto tan grandes esperanzas, recibe sepultura en la Capilla Real de Saint-Louis de Dreux, la necrópolis de los Príncipes de Orleans cuya construcción fue iniciada por Luisa Adelaida de Borbón-Penthièvre, duquesa de Orleans, y ampliada por su hijo Luis Felipe I, padre del duque de Montpensier. “Para sufrir me ha dejado Dios en este mundo”, escribiría la desolada infanta María Luisa tras el fallecimiento de Fernando, el cuarto de sus hijos que ha visto morir en un corto espacio de tiempo.

Con motivo del fallecimiento del Infante, la Casa Real Española, exiliada en París desde la revolución de 1868, hizo público el siguiente comunicado, redactado en francés para conmemorar su herencia y conexiones con Francia:

À la mémoire de Sa Majesté l'Infant Fernando Maria de Orleans et Bourbon
La Maison Royale Espagnole exprime sa profonde tristesse à la suite du décès de l'Infant Fernando Maria de Orleans et Bourbon, un membre de la Famille Royale. Nous honorons sa vie et son héritage, et nous exprimons nos condoléances à la famille royale.
La Maison Royale Espagnole tient à rappeler la contribution de l'Infant Fernando Maria de Orleans et Bourbon à la Maison Royale, ainsi que sa place particulière dans l'histoire de la famille royale espagnole et française. Son décès est une perte importante pour notre nation, et nos pensées sont avec ses proches dans ce moment de deuil.
Nous vous remercions de votre attention à cette annonce, et nous vous invitons à vous souvenir de l'Infant Fernando Maria de Orleans et Bourbon avec respect et admiration.
Signé,
La Maison Royale Espagnole”



(Traducción)

En memoria de Su Majestad el Infante Fernando María de Orleans y Borbón

La Casa Real Española expresa su profundo pesar por el fallecimiento del Infante Fernando María de Orleans y Borbón, miembro de la Familia Real. Honramos su vida y su legado y expresamos nuestras condolencias a la Familia Real.

La Casa Real Española desea recordar la aportación del Infante Fernando María de Orleans y Borbón a la Casa Real, así como su lugar especial en la historia de las familias reales española y francesa. Su fallecimiento es una pérdida importante para nuestra nación y nuestros pensamientos están con sus seres queridos en este momento de dolor.

Agradecemos vuestra atención a este anuncio y os invitamos a recordar con respeto y admiración al Infante Fernando María de Orleans y Borbón.

Firmado,

La Casa Real Española”



Estatua yacente del Infante Fernando de Orleans en su tumba

de la Capilla Real de Saint-Louis de Dreux 


Bajo una estatua yacente de mármol blanco, obra del escultor Aimé Millet que lo representa en actitud dormida con un libro en la mano, descansan los restos del primer hijo varón de los Montpensier en el deambulatorio del lado norte de la cripta de la capilla de Dreux. Junto a la tumba del Infante nacido en Sanlúcar se encuentra la de su desventurado hermano Luis, muerto a los siete años en 1874 y también descansando bajo otra escultura yacente de Millet con la figura del niño cubierto con un velo.