UNA GRAN VOZ DEL MÁS PURO FLAMENCO
© José Carlos García Rodríguez
Encarnación Marín Sallago, La Sallago. |
Tomando su apellido materno como nombre artístico, Encarnación Marín Sallago, La Sallago, formó parte de esa generación de grandísimos cantaores moldeados por la dureza de la vida y la necesidad. La Sallago fue intérprete del más puro cante flamenco en todos sus estilos, un arte que bebió desde su niñez en una familia que llevaba muy dentro el duende del cante y del baile.
La
Sallago nació en El Barrio de Sanlúcar
de Barrameda el 18 de enero de 1919, en el seno de una familia
pescadora a la que el cante flamenco le hizo más llevadero el duro
transcurrir de aquellos difíciles años. Tanto su madre, La
Matilde, como sus hermanos, llevaban
muy dentro un arte que les acompañaría en las labores marineras y
en la venta de la pesca. Y, naturalmente, también Encarnación
estuvo señalada por ese don que le habría de llevar a interpretar
el flamenco en su mayor pureza.
Villancicos por La Sallago (RCA, 1958) |
Encarnación
Marín, según cuenta Mariuca Cano en la biografía que escribió de
la cantaora, heredó la pasión por el flamenco de su abuela La
Gongue, de
quien se recuerda que cantaba por marianas y hacía los pregones de
Dolores La
Parrala
para vender pescado. También su tía Consuelo y su madre, cuya voz
decían que era muy parecida a la de la Niña
de los Peines,
influirían con su gran saber flamenco en el espíritu artístico de
Encarnación. Pero a pesar de que su familia llegó a albergar tan
excepcional nómina de buenas cantaoras, Encarnación sería la
primera de ellas en dedicarse al cante de forma profesional, una
decisión que habría de tomar ante la difícil situación económica
a la que hubo de enfrentarse, muy especialmente a partir de su pronta
viudez.
Saetas por La Sallago (RCA, 1959) |
La
Sallago,
quien con apenas doce años se había enamorado del toque de guitarra
de su vecino Esteban de Sanlúcar cuya carrera artística habría de
transcurrir con brillantez en tierras americanas, canta y baila en
las bodas y los bautizos de su barrio. Muy joven se inicia como
saetera para, con el tiempo, llegar a desenvolverse en todos los
estilos. Encarnación Marín pasa de Sanlúcar a Jerez antes de
empezar a recorrer toda España para compartir escenario con artistas
de la categoría de La
Paquera,
Manolo Caracol, Fernanda y Bernarda de Utrera, la Niña
de los Peines
o el Príncipe
Gitano,
entre muchos otros.
La
carrera de La
Sallago
estuvo íntimamente ligada a los espectáculos folclóricos de los
años cincuenta y sesenta. De esa etapa sobresale su participación
en el elenco Bajo
el sol andaluz y
en los cuadros flamencos de los tablaos de Torres Bermejas, Las
Brujas o Los Canasteros así como su intervención en la película El
amor brujo.
La Sallago, en la Peña Puerto Lucero de Sanlúcar, con
motivo de un homenaje.
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En
la década de los cincuenta Encarnación llegó a ganar en un mismo
año tres primeros premios en los concursos de saetas de otras tantas
ciudades en las que se presentó con nombres diferentes. Así, en
Cádiz, compitió utilizado el nombre de su madre Matilde Sallago; en
Jerez se presentó como Consuelo Sallago y finalmente en Sevilla
ganaría el premio con su propio nombre de Encarnación Marín.
Conocedora
de todos los cantes, La
Sallago
cultivó con especial acierto los cantes de su tierra. En 1952
Encarnación participa en el Concurso Nacional de Cantes por
Alegrías, en Cádiz, conservándose una grabación de su magistral
participación en aquel certamen cuyo vencedor fue el gran cantaor
gaditano Manolo Vargas.
La Sallago en 1992. |
En
1958 graba sus primeros discos con el sello RCA. Son tres discos de
cantes por bulerías, peteneras, fandangos, serranas, alegrías de
Cádiz… y otro más de villancicos, siendo acompañada a la
guitarra en todos ellos por Isidro Sanlúcar. Al año siguiente,
también en RCA, graba un magnífico disco de saetas. En 1961 aparece
su primer trabajo –Canta La Sallago-
con su nueva discográfica Zafiro. A éste seguirían cinco nuevas
grabaciones con la misma firma, la última de ellas aparecida en 1978
con el título Inspiración. En
estos discos la sanluqueña interpreta diversos cantes acompañada a
la guitarra por Ramón de Algeciras, Antonio Peana, Manuel Morao y
José Cala El Poeta.
Además, Encarnación participa en obras colectivas como Villancicos
de Andalucía (Phillips, 1964), El
alma de la copla (Belter, 1965),
Cultura jonda
(Fonomusic, 1997), Villancicos andaluces
(Mercury, 1998) y Mujeres de la Bética,
donde sus cantes se alternan con los de La Perla de Cádiz y Adela La
Chaqueta (Universal Music, 2008), así como en películas de corte
folclórico. En 1995 la Diputación Provincial de Cádiz edita el
disco La Sallago: Antología,
una colección de fragmentos musicales de esta mujer que tuvo como
maestros a Ramón Medrano, Manuel Torres, La Periñaca, Pastora y
Pepe Pinto, Pericón de Cadiz, La Perla y Manolo Vargas, Manolo
Caracol, Porrinas, Antonio Mairena y Fernanda, entre otros grandes.
La Sallago y María Mezcle en la Bienal de Flamenco
de Sevilla de 2012.
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En
1981 Encarnación Marín es galardonada en Sevilla con la Saeta
de Oro, premio que avalaba a la artista
sanluqueña como la saetera extraordinaria que fue durante toda su
vida, si bien algunos flamencólogos de prestigio, entre ellos Manuel
Ruiz Lagos, calificarían a La Sallago
como una “cantaora larga". Y la verdad es que Encarnación era
tan larga como la que más, especialista en todo lo que cantaba:
alegrías, tangos, tientos, soleares, seguiriyas, tonás, romances…
Uno
de los tocaores habituales que acompañaron a La
Sallago a lo largo de su vida artística
fue su paisano y vecino de barrio Isidro Sanlúcar, padre de Manolo
Sanlúcar. Con Isidro participaría Encarnación en Los
últimos de la fiesta, un espectáculo
con el que un grupo de veteranos del flamenco –Tía Anica La
Piriñaca, El Negro del Puerto, Tío
Juane y Tía Juana la del Pipa-
recorrieron en 1985 los festivales de todas las provincias andaluzas.
La Sallago en sus últimos años. |
La
Sallago volvió a la Bienal de Flamenco
de Sevilla el 14 de septiembre de 2012. En esta ocasión actuaría en
el Espacio Santa Clara junto a la también sanluqueña María Mezcle,
reuniéndose dos cantaoras con una diferencia de edad de casi setenta
años para representar el cante de Sanlúcar en el último siglo.
La
última actuación de Encarnación ante sus paisanos tuvo lugar en
agosto de 2014 con motivo del homenaje que se le tributó dentro del
programa del Festival Internacional de Música Clásica A Orillas del
Guadalquivir. Pocos meses más tarde, el 16 de enero de 2015,
Encarnación Marín La Sallago
fallecía en Sanlúcar muy pocos días antes de cumplir los 96 años.
Con su muerte el flamenco más puro perdía uno de sus pilares
fundamentales.
BIBLIOGRAFÍA:
CANO OLIVERA,
Mariuca: La Sallago. Ecos y vestigios de una cultura popular del
siglo XIX. Confederación de Peñas Flamencas de Andalucía,
1994.