PURIFICACIÓN VILA Y LINARES

La gran filántropa


© José Carlos García Rodríguez

Purificación Vila y Linares




En la fachada de la casa número 6 de la calle Bolsa, a muy escasos metros de la Plaza del Cabildo, una lápida de mármol perpetúa el nombramiento de Purificación Vila y Linares –familiarmente llamada Pura- como Hija Predilecta de Sanlúcar de Barrameda. Este nombramiento le fue otorgado por unanimidad del Ayuntamiento el 7 de abril de 1961 “dadas las excelentes dotes que concurren en Dña. Purificación Vila, Vda. de López-Spínola, y a las numerosas obras de caridad que ha efectuado, y que son causa de la estima popular”.
Purificación Vila, muy activa a lo largo de su vida en la ayuda a los más desfavorecidos, siempre mostró una gran preocupación por la formación religiosa y la educación de la juventud sanluqueña. Esta inquietud la llevaría a involucrarse en la llegada y el establecimiento en Sanlúcar de las Hermanas de la Cruz en 1909, además de propiciar en 1928 el cambio de las antiguas y deficientes instalaciones del Colegio de La Salle, situado en la calle Trabajadero, a su nueva ubicación en una gran casa que Pura cedió para este fin en la calle de San Agustín.

La prestigiosa americanista Lourdes Díaz-Trechuelo, nieta de Purificación Vila, escribe en su libro autobiográfico A la mitad del camino:
En el último cuarto del siglo pasado llegó a esta villa don Manuel Vila, un catalán que se dedicó al negocio de vinos, tuvo buenas bodegas y casó en Sanlúcar con Doña Ana Linares. Ellos fueron los padres de mi abuela Pura, que contrajo matrimonio con Eduardo López-Spínola, sobrino carnal de Marcelo Spínola y Maestre, beatificado en 1987. Mi abuelo, al que no conocí, estudió Derecho por complacer a su padre, pero después ingresó en la Academia de Caballería, siguiendo su vocación profesional. A juzgar por el retrato al óleo que está en la casa de Sanlúcar, era guapo y apuesto, y Pura se enamoró de él “a primera vista”; pero Eduardo pretendía a Mercedes, la hermana mayor, que tenía desde muy joven vocación religiosa y no le hizo caso. Al fin él se fijó en mi abuela, a la que llevaba 12 años, se casaron y fueron felices como en los cuentos”. (1)


Lápida en la fachada de la casa natal de Purificación Vila y Linares
en Sanlúcar de Barrameda.

Purificación Vila y Linares nació en 1870 en la casa de la calle Bolsa de Sanlúcar de Barrameda donde luce la lápida con el recuerdo de su nombramiento como Hija Predilecta de la ciudad. Heredera por parte de su madre de un importante capital, de bodegas y de fincas rurales, Pura se casó en 1891 con Eduardo López-Spínola, nieto del Marqués de Spínola y sobrino del Beato Marcelo Spínola y Maestre, como bien explica Díaz-Trechuelo en su libro de memorias. De este matrimonio, que fijaría su residencia en Sevilla donde Eduardo tenía su destino militar, nacieron tres hijos: Marcelo, fallecido a los dos años de edad, Soledad y Mercedes.
Apenas siete años duró el matrimonio de Purificación Vila con Eduardo López-Spínola quien falleció en 1898 tras contraer una enfermedad mental. Al quedar viuda, su fuerte carácter y sus firmes convicciones religiosas hicieron que Pura se sobrepusiese con rapidez a su desgracia, regresando con sus hijas a Sanlúcar donde pasan largas temporadas en una finca de su propiedad llamada La Lechera, situada en el Pago de la Rijerta, un lugar que fija el límite de los térrminos municipales de las localidades de Sanlúcar y Chipiona: “Desde que se quedó viuda consagró su vida a educar a sus dos hijas y a hacer un constante apostolado en Sanlúcar y en una pequeña finca que tenía entre este pueblo y Chipiona” (2).
Su gran preocupación por la formación religiosa de la juventud llevaría a Purificación Vila a organizar una misión de catequesis rural en las inmediaciones de la finca La Lechera, continuando su labor en Sanlúcar cuando se daba por terminada la larga temporada en el campo. Durante muchos años, la casa de Pura de la calle Bolsa fue un lugar de permanente peregrinaje de personas que solicitaban ayuda sin que nadie saliese de ella con los bolsillos vacíos y sin unas palabras de consuelo.
Purificación Vila con sus hijas Mercedes y Soledad.
Junto a otras damas sanluqueñas, Pura Vila, asesorada por el arcipreste Francisco Rubio y Contreras, fundó la "Adoración Nocturna para señoras" y comprometió su ayuda a las clases más desfavorecidas de Sanlúcar a través de la Conferencia de San Vicente de Paúl, obra auspiciada por las Damas de la Caridad quienes gestionaban la llamada Gota de Leche, una institución creada para remediar los problemas de desnutrición y la alta mortalidad infantil; la llamada “rifa de los pobres”, situada en la Calzada y cuyos ingresos se destinaban a obras sociales, y una “cocina económica”. (3)
Contando con la ayuda de personalidades religiosas de la altura de su pariente el Beato Marcelo Spínola, del arcipreste Rubio y Contreras y del también Beato Manuel González García, recordado como Apóstol de los sagrarios abandonados, se funda en Sanlúcar la obra de las Marías de los Sagrarios y Calvarios abandonados que inicia su actividad en la parroquia de Bonanza. (4)
Empeñada en mejorar la educación de los jóvenes sanluqueños, Purificación Villa prestó toda su ayuda y movió a sus influencias hasta conseguir que las Hermanas de la Cruz pudiesen abrir casa en Sanlúcar, como así ocurrió en 1909. Años más tarde, en 1928, doña Pura cedería una gran casa de su propiedad situada en los números 13 y 15 de la calle de San Agustín con el fin de que se estableciera en ella el Colegio de la Salle, hasta entonces ubicado en un viejo edificio de la calle Trabajadero poco adecuado para el fin al que estaba destinado.
El cardenal Marcelo Spínola, tío político
de Purificación Vila.
Fueron numerosas las actividades a las que Purificación Vila dedicó su atención a lo largo de su vida. Su generosidad se mostraba tanto en sus ayudas a los soldados sanluqueños que combatieron en la Guerra de África como en su colaboración con los actos religiosos que durante el año se celebraban en la ciudad, muy especialmente en las fiestas de la patrona, la Virgen de la Caridad, y en Semana Santa, siendo ella misma la primera camarera de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Consuelo y María Santísima del Mayor Dolor, contribuyendo con una donación a restaurar la cruz octogonal que se adquirió para la primera salida de la procesión en 1928.
En la primavera del año 1961, cuando Purificación Vila ya cuenta con 91 años, el concejal Carlos González San Román presenta un escrito al alcalde Francisco Zaragoza en el que le sugería que se gestionase “un homenaje, bien haciendo diligencias para conseguirle la Medalla de Beneficencia, bien con una lápida o con su nombre rotular alguna de las calles”, en agradecimiento por el bien que Purificación Vila y Linares había repartido entre los sanluqueños durante su larga vida. Aprobada la propuesta por unanimidad, el Ayuntamiento acordó el 7 de abril de aquel año concederle el título de Hija Predilecta de la ciudad “dadas las excelentes dotes que concurren en Doña Purificación Vila, y a las numerosas obras de caridad que ha efectuado, y que son causa de la estima popular”. Unas semanas más tarde se colocaría en la fachada de la casa natal la lápida en la que Purificación Vila es recordada como “virtuosísima dama” y “amparo de los desvalidos”.
En septiembre de 1962, cuando apenas había transcurrido un año y medio desde el homenaje que le dedicara el Ayuntamiento y que tanto debió agradarle, fallece Purificación Vila y Linares en su domicilio de Sanlúcar.


NOTAS:
1.- Díaz-Trechuelo, Lourdes: A la mitad del camino, Rialp, Madrid, 1997, pp. 15-16.
2.- Ibídem, p. 17.
3.- Datos contenidos en el artículo Purificación Vila, Vda. de López-Spínola, Hija Predilecta de Sanlúcar de Barrameda. En el blog http://sanlucarreconditaciudad.blogspot.com de Santiago Pérez del Prado (Visitado el 5 de octubre de 2018).
4.- Ibídem.