Americanista y musicólogo
La música siempre formó parte de la vida y de las preocupaciones académicas de Enrique Sánchez Pedrote, quien supo compaginar de forma admirable su doble condición de americanista y musicólogo. “Desde sus primeros días –dirá el músico Manuel Castillo en su contestación al discurso de recepción de don Enrique en la Real Academia de Bella Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla- la música ha sido compañía para Sánchez Pedrote. Abelardo Sánchez, su padre, es profesor de música y compositor. Un hombre muy ligado a Sanlúcar, a quien Enrique guardará devoción toda su vida: Joaquín Turina. En tertulias familiares, en su propia casa, el gran compositor sevillano toca el piano o hace música de cámara”.
No es de extrañar
que el ambiente musical que vive Sánchez Pedrote desde su infancia
llegase a orientar su formación futura. En Sanlúcar de Barrameda,
donde nace el 10 de octubre de 1913, realiza los estudios de
bachillerato y recibe de su padre las primeras lecciones musicales
que continuará en Cádiz con José Gálvez, un sacerdote amigo de
Manuel de Falla que fuera director de la Academia de Música Santa
Cecilia. Después, Sánchez Pedrote sigue estudios de Magisterio,
siendo dado de alta en 1934 en el escalafón general de maestros de
escuelas nacionales donde aparece con el número 20.018. Al concluir
la Guerra Civil es destinado a un colegio público de Algodonales,
alternando su magisterio con los estudios, por libre, en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla.
Abelardo
Sánchez, organista y compositor, inició a su hijo
Enrique
en el conocimiento musical.
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A
la licenciatura en la especialidad de Historia seguirá el doctorado
en la Universidad de Madrid con una tesis sobre el tema El
arzobispo D. Antonio Caballero y Góngora, Virrey de Nueva Granada.
En
el ya citado discurso de Manuel Castillo, leemos:
A
partir de 1946 vive en Sevilla. Sánchez Pedrote ha alcanzado la
madurez, y con la misma naturalidad con que enseñara unos años
atrás las primeras letras a los colegiales de Algodonales, con el
mismo afecto a alumnos y público se entrega a un ininterrumpido
trabajo que le hace pieza fundamental de la vida cultural de Sevilla,
muy particularmente de la musical.
La
labor docente en Sevilla la inicia Sánchez Pedrote como profesor de
la Universidad Laboral. Después pasará a ser profesor adjunto
numerario de Historia Universal Moderna y Contemporánea en la
Universidad Hispalense. Más tarde será profesor adjunto numerario
de Historia de la Música en la misma Facultad de Filosofía y Letras
de Sevilla. Al crearse en 1955 en la Universidad de Sevilla la
cátedra “Cristóbal de Morales”, Sánchez Pedrote es designado
para su desempeño, permaneciendo en ella hasta su fallecimiento.
En
estos años encontramos a don Enrique, que es como le llamaban todos
sus alumnos, como profesor asiduo de los cursos de verano de la
Universidad de la Rábida. También ejercerá como delegado en
Sevilla del Instituto de Cultura Hispánica y como corresponsal del
prestigioso diario España
de Tánger, además de erigirse en el gran dinamizador de la vida
musical sevillana en una época en que la ciudad hispalense era un
auténtico páramo en esta faceta cultural.. A Sánchez Pedrote,
vocal de cultura del Club La Rábida y encargado de Musicología de
la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, deberían los melómanos
sevillanos la mayor parte de las actividades relacionadas con la
música y los conciertos programados en la ciudad en aquellos años.
En
el Club La Rábida tendrían cabida preferente las conferencias
musicales y las audiciones comentadas. Y allí se celebrará el gran
homenaje que le era debido a Joaquín Turina, contando con la
presencia del genial pianista sanluqueño y gran intérprete de la
obra turiniana, Antonio Lucas Moreno, quien fuera buen amigo del
compositor sevillano y de Sánchez Pedrote.
Publicaciones de Enrique Sánchez Pedrote. |
Pronto empiezan a aparecer las publicaciones en las que Sánchez Pedrote muestra sus facetas académicas, tanto la americanista como la musicóloga. En 1950 publica los trabajos de investigación Música norteamericana y Los prelados virreyes, ambos como separatas en sendos números de la “Revista de Estudios Americanos”. En la misma revista publica en 1953 La obra musical de Héctor Villalobos y en “Archivo Hispalense” aparece en 1971 su trabajo Bécquer y la música: la música en la época de Bécquer. En 1985 publica el libro Dos centenarios: Bach y Händel, 1685-1985 y dos años más tarde escribe el estudio preliminar de la edición traducida por José Luis Moralejo de la obra Música Práctica de Bartolomé Ramos de Pareja. También atraído por la lírica, Sánchez Pedrote publicaría en 1948 Voz sin eco, su único libro de poemas que prologa Francisco Montero Galvache. A Enrique Sánchez Pedrote se debe igualmente la autoría de dos pequeñas obras que nos introducen en el conocimiento del pasado musical de la ciudad hispalense: Apuntes para una historia musical de Sevilla (1983) y la monografía Sevilla y Turina (1982).
El 19 de noviembre
de 1966 Sánchez Pedrote es recibido como académico de número en la
Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.
Su discurso de ingreso, titulado Huellas españolas en la música
vocal en Hispanoamérica, fue contestado como ya sabemos por el
músico y compositor Manuel Castillo.
Enrique Sánchez Pedrote en su etapa de
crítico musical de ABC.
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Como conferenciante ameno y buen comunicador, don Enrique fue invitado por numerosos centros y universidades. Pasa por el Instituto de España en Londres, la Fundación Gulbenkian de Lisboa, los ateneos de Madrid y Salamanca… y llega a dictar cientos de conferencias y a escribir numerosísimos artículos. Como reconocimiento a su labor académica fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de San Fernando de Madrid y de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz. También en Sanlúcar, donde deleitó en repetidas ocasiones a sus paisanos con lecciones magistrales, es reconocido por el Ateneo donde su presidente, Manuel Barbadillo, le impone el distintivo de oro de esta institución sanluqueña.
En
1970, Sánchez Pedrote sucede a Norberto Almandoz como crítico
musical de la edición de Andalucía del diario ABC,
labor que desarrollará hasta un año antes de su fallecimiento que
tiene lugar en Sevilla el 27 de mayo de 1985.