HORACIO HERMOSO ARAUJO

 EL ÚLTIMO ALCALDE REPUBLICANO DE SEVILLA


© José Carlos García Rodríguez





Todas las notas biográficas referidas a Horacio Hermoso Araujo coinciden en reconocerle su carácter moderado y un espíritu tolerante en unos momentos en que los extremismos políticos campaban a sus anchas. Como alcalde de Sevilla tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones legislativas de febrero de 1936, Hermoso Araujo se aplicó con firmeza y puso todo su empeño en normalizar la vida ciudadana, enfrentándose tanto al rechazo que su persona suscitaba entre las derechas sevillanas como a las continuas tensiones provocadas por la izquierda.

Horacio Hermoso Araujo, hijo de Fernando Hermoso Amate y de Adelaida Araujo González, nació en Sanlúcar de Barrameda el 22 de junio de 1900. Desconocemos las circunstancias en que transcurrió su infancia así como la fecha de su traslado a Sevilla, aunque es sabido que siendo aún muy joven entró a trabajar en la conocida empresa de perfumería “Instituto Español” en la que llegaría a ser jefe de administración y que después fue propietario de un comercio de perfumería. En 1926 contrajo matrimonio con Mercedes Serra Cubas con quien tuvo dos hijos: Horacio y Mercedes.

Horacio Hermoso se avecindó en la que por entonces se llamó Barriada de la República, más conocida por los sevillanos por el Tiro de Línea, levantada en unos terrenos que se habilitaron con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 para construir viviendas destinadas a los trabajadores que iba demandando la construcción de la infraestructura para aquel acontecimiento.

Ligado a la masonería, Horacio se afilia en 1934 a Izquierda Republicana, llegando a ser uno de los máximos dirigentes del partido de Manuel Azaña en la capital andaluza. Tras las elecciones legislativas de febrero de 1936, Horacio Hermoso Araujo accede a la alcaldía de Sevilla después de que su compañero Pascual García Santos, quien había sucedido al radical Isacio Contreras Rodríguez, cesara en el cargo de alcalde a los tres días de haber tomado posesión.

Las graves inundaciones de febrero de 1936 en Sevilla
afectaron muy duramente a la situación económica del
Ayuntamiento presidido por Horacio Hermoso Araujo.

La corporación municipal sevillana presidida por Horacio Hermoso Araujo quien, a sus 35 años, ha sido uno de los de los alcaldes más jóvenes de la capital hispalense, estaba compuesta por treinta concejales del Frente Popular frente a veinte concejales de la oposición derechista. Desde su toma de posesión el nuevo alcalde mostró una firme voluntad de tender puentes hacia unos y otros, llegando a representar la moderación en un consistorio en el que la pasión partidista siempre estuvo a flor de piel.

Además de las dificultades propias de la extremada situación política que en los primeros meses de 1936 se vivía en Sevilla -al igual que en toda España-, Horacio Hermoso Araujo hubo de afrontar circunstancias tan difíciles como la situación de embargo en que se encontraban los ingresos municipales debido a las deudas heredadas de la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929 o las secuelas del temporal que asoló Sevilla el 18 de febrero de 1936 dejando inundada una gran parte de la ciudad y provocando un estado general de miseria.

Las emergencias que tuvieron lugar en los días siguientes a la riada de febrero de 1936 fueron de las peores que se habían conocido en Sevilla debido, por una parte, a la extensión que habían alcanzado los núcleos chavolistas y, por otra, a que las nuevas barriadas del extrarradio estaban situadas en terrenos inundables dadas las escasas defensas con que contaba la ciudad ante las crecidas y desbordamiento del Guadalquivir. Barrios como El Cerro del Aguila, Amate, La Corza, Torreblanca, La Alameda o Heliópolis permanecieron sumergidos durante más de una semana, obligando al Ayuntamiento a buscar con suma urgencia alojamientos provisionales en el Matadero, en los edificios de la Plaza de España o en almacenes particulares.

Horacio Hermoso Araujo junto a Martínez Barrio y
Lluis Companys en el Alcázar de Sevilla. (Abril de 1936)


Cuando Diego Martínez Barrio, presidente interino de la República, visitó aquel año la Feria de Abril acompañado por el presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, no mostró interés alguno por la dramática situación de Sevilla ni hizo ninguna promesa para paliar los gravísimos problemas sociales de la ciudad. Tan solo se recuerda el gesto de donar mil pesetas de su bolsillo particular. Companys, por su parte, más moderado en su afán solidario que Martínez Barrio, únicamente se desprendió de ochocientas pesetas.

La tolerancia, unida a la firmeza, mostrada por Horacio Hermoso logró que la Semana Santa se desarrollase con razonable normalidad después de los grandes problemas habidos en los anteriores años republicanos. En 1936 salieron todas las hermandades y el Ayuntamiento acordó que cedería al Consejo de Cofradías el importe del alquiler de las sillas de la carrera oficial. Sin embargo, los palcos fueron boicoteados por la “buena sociedad” sevillana, siendo ocupados por los niños de los hospicios por invitación del Ayuntamiento y del ministro de Justicia, el abogado sevillano Manuel Blasco Garzón. Frente a las incomprensiones de la derecha, Horacio Hermoso también tuvo que aguantar en el asunto de la Semana Santa fuertes tensiones con la izquierda obrera, más anticlerical aún que la izquierda burguesa y pequeñoburguesa a la que él pertenecía.

Entre las últimas intervenciones públicas de Hermoso Araujo habría que recordar su activa presencia en la Asamblea Pro-Estatuto Andaluz celebrada en la Diputación Provincial de Sevilla el domingo 5 de julio de 1936, donde lee un discurso, y en otra reunión que con este mismo motivo tuvo lugar en Cádiz una semana más tarde.

Horacio Hermoso junto a la directiva del Betis Balompié en
el acto de firma de cesión del Estadio de la Exposición de 1929.
(16 de julio de 1936)

El 16 de julio, en su condición de presidente de la Comisión Liquidadora de la Exposición Iberoamericana de 1929, Horacio Araujo firmó un contrato con el Betis Balompié por el que cedía al equipo de fútbol el Estadio de la Exposición por un período de diez años a partir del día 1 de agosto de 1936, solventando de pasada el estado de abandono y de falta de mantenimiento en que se encontraba la instalación deportiva. El motivo de este traslado del Betis Balompié al Estadio de la Exposición era simplemente de tipo económico ya que la capacidad del campo bético, entonces situado en el barrio de El Porvenir, era de 7.000 espectadores, mientras que el de Heliópolis podía albergar hasta 16.000 personas, más del doble.

Pero nada de lo acordado entre el Betis y el Ayuntamiento de Sevilla pudo cumplirse. Al día siguiente de aparecer en la prensa esta noticia deportiva se produjo la sublevación militar que daría lugar a la Guerra Civil. Horacio, una víctima más de aquel conflicto, sería fusilado por los militares rebeldes el 29 de septiembre de 1936. Posiblemente, la condición masónica de aquel hombre bueno y de voluntad conciliadora habría de ser determinante en su fatal destino.

En el barrio del Tiro de Línea donde vivió, el último alcalde sevillano de la II República es recordado con una calle y una plaza que llevan su nombre: calle Alcalde Horacio Hermoso Araujo y Plaza del Alcalde Horacio Hermoso Araujo.




"SANLÚCAR INFORMACIÓN", 30 de abril de 2021