JOSÉ MARTÍNEZ "LIMEÑO"

 INOLVIDABLE TRIUNFADOR DE LAS FERIAS DE SEVILLA FRENTE A LOS MIURAS


© José Carlos García Rodríguez







La vocación taurina de José Martínez “Limeño” surgió en un matadero, al igual que en los Vázquez de Sevilla. Si el gran Pepe Luis Vázquez y sus hermanos se iniciaron en el arte de la muleta en el matadero sevillano del Barrio de San Bernardo, Pepe “Limeño” empezó a soñar con triunfos taurinos en la antigua casa de matanza de Sanlúcar donde su padre, un novillero de escasa fortuna conocido por “Chocolate”, se ganaba la vida y a duras penas sacaba adelante a su extensa prole tras decir adiós al traje de luces. En aquel mismo matadero de la sanluqueña calle Puerto nacería José Martínez Ahumada, “Limeño”, el 19 de septiembre de 1936.

A muy temprana edad encauza nuestro personaje su vida por la senda taurina. El 21 de octubre de 1951, apenas cumplidos los 15 años, debuta de luces en la plaza de El Puerto, cortando una oreja. Al año siguiente, bajo el nombre de “Pepito Martínez” y compartiendo cartel con “Carriles” y Manuel Gómez se presenta en Sanlúcar con picadores y novillos de Antonio de la Cova. Dos años más tarde, el 22 de agosto de 1954, donde se anuncia por primera vez como José Martínez “Limeño”, torea un mano a mano con Curro Romero quien debuta de luces aquel mismo día en la plaza de “La Pañoleta” en Camas.

En 1956 “Limeño” causó muy buena impresión en las novilladas que se celebraban en la plaza de Vista Alegre. En esta plaza del barrio madrileño de Carabanchel que había surgido de la restauración de la anterior plaza de “La Chata” destruida durante la Guerra Civil torea cinco tardes consecutivas, finalizando aquella temporada con diez novilladas.


Por las notas biográficas de su trayectoria taurina conocemos que “Limeño” toreó siete novilladas en 1957 y ocho el año siguiente, saliendo a hombros en su presentación en la Monumental madrileña el 12 de julio de 1959, temporada en la que logra intervenir hasta en treinta y dos festejos. En 1960, tras torear trece novilladas, toma la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla de manos de Jaime Ostos y con Curro Romero como testigo, cerrando la temporada con veinte corridas. En los siguientes años el torero sanluqueño se va haciendo un hueco en el escalafón. Así, en 1961 se viste de luces veintitrés tardes y veinte veces actúa en 1962, año en que confirma su alternativa en Madrid en una corrida celebrada el 24 de mayo, compartiendo cartel con Diego Puerta y Paco Camino.

Tras su alternativa, “Limeño” tarda algunos años en romper hasta lograr erigirse en uno de los toreros más queridos por la afición sevillana. Será en 1968 cuando salga por vez primera por la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza en olor de multitudes, hazaña que volverá a repetir en dos ocasiones más en 1969 y, de nuevo, por cuarta vez, en 1970, marcando un hito aún no superado por ningún otro matador, siendo galardonado en el transcurso de aquellos años con tres orejas de Oro y un Rabo de Oro. En total, “Limeño” cortó en Sevilla once orejas a toros de Miura, algo realmente extraordinario, a pesar de lo cual ni la propia Real Maestranza ni los taurinos de la época llegarían a valorar con la debida justicia las admirables condiciones lidiadoras del gran torero de Sanlúcar.

El 22 de abril de 1971, después de tres años consecutivos en que se había alzado como indiscutible Triunfador de la Feria, José Martínez “Limeño” habría de sufrir en Sevilla la mayor decepción de su vida como torero. Aquel día fatídico, ante la presión de “El Cordobés”, tanto su cuadrilla, como su apoderado y las propias autoridades, habían permitido el amaño del sorteo de las reses con el fin de que él tuviese que afrontar el lote más complicado. Aquel año “Limeño” estaba anunciado para dos tardes de la Feria de Sevilla, siendo la primera de ellas la que alternaba con “El Cordobés” y en la que éste, la figura más taquillera del momento, había impuesto su injusta voluntad. “Limeño tuvo en los despachos la mala suerte que no respondía con sus éxitos en el ruedo y en muy pocos profesionales ha pesado más esa desdicha -escribe Paco Cañamero-; Sevilla fue suya y durante tres ciclos feriales se alzó triunfador, en 1968, 1969 y 1970 tras desorejar las corridas de Miura, ganándose un reconocimiento de figura que luego le negarían en los despachos”.


Después de aqu
ella corrida José Martínez “Limeño” pensó en retirarse, no toreando en Sevilla el 25 de abril, la segunda tarde que tenía firmada con la Real Maestranza y en la que debería lidiar los habituales Miura. Sin embargo, desechada la idea del retiro, “Limeño” volvería a torear el 2 de mayo de aquel año en Toledo, cerrando la temporada con catorce actuaciones. Pero desde el amaño de Sevilla, la carrera del diestro sanluqueño empezó a declinar. Su última temporada fue la de 1980 en la que se viste de luces tres tardes, la última de ellas en la Plaza Real de El Puerto de Santa María donde se retira definitivamente tras torear con Galloso y “El Mangui” el 31 de agosto. En la plaza portuense, en la que vistió de luces por primera vez y donde se despidió del toreo, estuvo muy presente a lo largo de la carrera taurina de “Limeño”. El balance de su relación con el coso portuense nos dice que aquí toreó siete novilladas, contándose hasta veinticinco tardes su presencia como matador en las que conseguiría un total de veinte orejas con cinco salidas a hombros.

En 1985, en coincidencia con el 25 aniversario de su alternativa en la Real Maestranza de Sevilla, sus paisanos homenajean a “Limeño” y le dedican un busto que se alza ante la plaza de toros de “El Pino”, obra de la genial escultora sanluqueña María José Gómez Santiago en la que el diestro nos muestra el semblante trinfador de una tarde gloriosa.


En el segundo tomo de su ‘Historia del toreo’, Carlos Abella define a José Martínez “Limeño” como “claro eslabón entre el arte puro y recio y el pundonor, un torero dominador y elegante, que ha ejercido su dominio sin brusquedad ni demagogia, que no se ha limitado a trastear con valor y oficio las asperezas habituales de los toros de Zahariche, sino que los ha toreado con empaque y quietud”. A sus dotes como torero elegante y de gran valor, “Limeño” unía su carácter afable cercano y amigable, su exquisita educación y una elegancia natural que le habría de granjear la simpatía de quienes llegaron a tratarlo.

Desde su retirada y hasta su fallecimiento el 18 de diciembre de 2015, a los 79 años, “Limeño” siempre permaneció ligado al mundo del toro del que siempre demostró su gran conocimiento.





"SANLÚCAR INFORMACION", 10 de septiembre de 2021