CARMELO DE DIEGO LORA






© José Carlos García Rodríguez



Carmelo de Diego Lora nació el 29 de septiembre de 1920 en la sanluqueña calle de la Bolsa. Huérfano de padre cuando apenas contaba con un año de edad, nuestro personaje vivió su infancia y primera juventud en un ambiente familiar en el que la música, inculcada por el apasionamiento melómano de su madre, Rosario Lora, ocupó un lugar muy destacado. Uno de los recuerdos que Carmelo guardaría con mayor cariño durante toda su larga vida fueron las noches de verano en que asistía con su madre y sus hermanos a los conciertos que ofrecía la banda municipal de música dirigida por el maestro Julián Cerdán en La Calzada. Y bien que llegaría a arraigar la música en esta familia ejemplar. El hermano mayor de Carmelo, Manuel, uno de los fundadores del Orfeón Santa Cecilia y promotor de una escuela de música en Sanlúcar, fue un excelente pianista a la par que gran profesor y también compositor cuyo hijo, el recordado José Manuel de Diego Rodríguez llegaría a ser Catedrático de Piano en el Conservatorio Superior de Música “Manuel Castillo” de Sevilla donde impartió el Grado Superior de su especialidad, una actividad que alternó con frecuentes conciertos siempre muy bien acogidos y con gran aplauso por parte del público y la crítica tanto en España como en el extrajero.

Aunque Carmelo de Diego tuvo en la música una de sus grandes aficiones y hasta se le dió bien cantar tangos en su juventud, para encauzar su futuro eligió conducirse por la senda jurídica. Tras estudiar en el colegio de los Padres Escolapios de Sanlúcar y superar las pruebas de bachillerato, Carmelo ingresa en la facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla donde se licencia en 1943. Al año siguiente el menor de los hijos de Rosario Lora hace oposiciones a la judicatura, obteniendo plaza de juez de Primera Instancia e Instrucción. El juzgado de la localidad onubense de La Palma del Condado será el destino donde Carmelo habría de iniciar una brillante carrera que con el paso de los años le llevaría a encumbrarse como jurista de referencia en las ramas de Derecho Procesal, primero, y más tarde en Derecho Canónico.

Después de doctorarse en Derecho en 1949 por la Universidad Central de Madrid donde defiende con una gran brillantez su tesis, aún inédita, titulada “El proceso de consignación liberatoria”, Carmelo de Diego fue destinado a Asturias, haciéndose cargo del juzgado de instrucción de Pola de Lena el 6 de enero de 1951. Seguidamente pasaría por juzgados de Mieres y de Oviedo, dejando en estas ciudades y en toda Asturias un gratísimo recuerdo y una relación de afectos que habría de permanecer viva a lo largo de muchos años. Del paso por Asturias de Carmelo de Diego se recuerda su trabajo como impulsor del crecimiento y desarrollo del Opus Dei cuyo espíritu había conocido el jurista sanluqueño durante su estancia en La Palma del Condado en tiempos en que la jurisdicción fundada por Escrivá de Balaguer iniciaba su expansión por Andalucía. Estas actividades del Opus Dei en tierras asturianas las inicia Carmelo en Oviedo en 1953 donde inaugura un primer centro desde el que la Obra empezaría a extenderse por Gijón y Avilés y con posterioridad por las cuencas mineras del Nalón y del Caudal.


En el año 1957 De Diego obtiene plaza de magistrado en la Audiencia Provincial de Pamplona, ciudad a la que quedaría permanentemente unido hasta su fallecimiento. En Pamplona se le presenta la ocasión de incorporarse a las actividades del Estudio General de Navarra, germen de la que muy pronto habría de ser la prestigiosa Universidad de Navarra. En esta institución docente comienza a colaborar Carmelo como profesor ordinario de Derecho Procesal de su Facultad de Derecho Civil a la vez que iniciaba estudios de Derecho Canónico, rama jurídica de la que se doctora en aquella misma facultad en 1963.

Tras abandonar su carrera en la judicatura, Carmelo de Diego fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1964. Desde entonces combinaría el magisterio sacerdotal con una activa dedicación a la Universidad de Navarra de la que fue nombrado capellám mayor y donde prosiguió la docencia ahora como profesor de Derecho Canónico de cuya facultad llegaría a ser vicedecano, entre 1970 y 1987, y decano, de 1987 a 1991. Estas responsabilidades universitarias lograría compaginarlas a la perfección con su pertenencia tanto al Consejo Presbiteral de la Archidiócesis de Pamplona, como a la Junta de Asesores Jurídicos de la Conferencia Episcopal Española donde desde su ingreso en 1980 prestó unos grandes servicios a la Iglesia dando buenas muestras de la extraodinaria pericia de un jurista de raza como era nuestro personaje.

La producción científica de Carmelo de Diego Lora, centrada en las áreas temáticas de Derecho Procesal Civil, Derecho Eclesiástico del Estado y Derecho Procesal Canónico es abundante y de gran valor y trascendencia. Su firma aparece de forma asidua en revistas como “Ius Canonicum”, “Anuario de Derecho Eclesiástico”, “Anuario de Derecho Civil”, “Estudios Eclesiásticos”, “Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado” o “Revista de Derecho Procesal”, destacando entre sus artículos los dedicados a los estudios sobre "Interposición del recurso de queja ante el Tribunal Supremo", "Sobre la pretendida naturaleza incidental del beneficio de pobreza", y fundamentalmente, una serie de trabajos en los que desarrolló la temática de los interdictos y otros muchos más donde aborda con un profundo conocimento diversos asuntos de Derecho Canónico.


Entre las obras más destacadas de Carmelo de Lora se encuentran “La consignación judicial: estudio teórico-práctico (1952), “La posesión y los procesos posesorios” (1962), “Estudios de derecho procesal canónico” (4 volúmenes,1973, 1990), “Poder jurisdiccional y función de justicia en la Iglesia” (1976), “El nuevo sistema matrimonial y el divorcio: observaciones de tres juristas” (1981) y “Lecciones de derecho procesal canónico: parte general (2003)”, este último un manual fundamental para uso de los alumnos de la licenciatura de Derecho Canónico que Carmelo de Diego escribió en colaboración con el también Doctor en Derecho Canónico y en Derecho Civil el granadino Rafael Rodríguez Ocaña.

Después de unos años en que las facultades físicas, que no las intelectuales ni de ánimo, le mantienen postrado, fallece el 26 de julio de 2018 en Pamplona el sacerdote, insigne jurista y profesor emérito de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra Carmelo de Diego Lora a la edad de 97 años, recibiendo sepultura el día siguiente en el cementerio de la capital navarra. “Nació en Sanlúcar de Barrameda y mantuvo siempre muy viva su condición sanluqueña, inseparable de su apasionada devoción a la Virgen del Rocío”, recordaría el profesor Jorge Otaduy Guerin en el obituario que escribió para ABC con motivo del fallecimiento de Carmelo de Diego.

"SANLÚCAR INFORMACIÓN", 22 de enero de 2021