AGUSTÍN LÓPEZ MACÍAS

EL PERIODISTA SANLUQUEÑO QUE MITIFICÓ EL SEUDÓNIMO "GALERÍN"

© José Carlos García Rodríguez



Pocos periodistas han alcanzado en Sevilla la popularidad de que gozó durante el primer tercio del pasado siglo Agustín López Macías. El reportero sanluqueño, famoso por su seudónimo Galerín, supo interpretar como nadie la identidad y el espíritu sevillanos en centenares de artículos, sueltos, entrevistas y reportajes escritos a lo largo de más de dos décadas para el prestigioso e influyente diario El Liberal. Con su característico tono de humor, amable y tolerante, aunque no exento de ironía y un algo de sátira, Galerín marcó una forma de hacer periodismo que fascinó a toda una generación de sevillanos.


En el año 2009, dentro de los actos conmemorativos celebrados por los periodistas sevillanos con motivo del centenario de la fundación de la Asociación de la Prensa, fue presentado el libro Periodistas de Sevilla. Retratos de autores de dos siglos(1). Entre las semblazas contenidas en esta obra aparece la de Galerín. Junto a él, Alberto Lista y Aragón, José María Blanco y Crespo Blanco White, Cecilia Böhl de Faber Fernán Caballero, Joaquín Guichot y Parody, Francisco Peris Mencheta, José Laguillo Bonilla, Manuel Chaves Nogales, Santiago Montoto de Sedas, José Montoto y González de la Hoyuela, Joaquín Romero Murube, Manuel Ferrand y José María Requena.
Galerín en la redacción de "El Liberal" (1919)



¿Quién era aquel Galerín que los reporteros de Sevilla habían seleccionado como una de las trece figuras más relevantes de la historia del periodismo hispalense de los últimos doscientos años? Tras el seudónimo Galerín se escondía la personalidad de un sanluqueño llamado Agustín López Macías, nacido en el seno de una familia pescadora en la Bajo de Guía de 1881 y cuya vida se desarrolló en su práctica totalidad en la capital andaluza. Al desaparecer su padre en un naufragio, López Macías, con apenas cuatro años de edad, se traslada a Sevilla en compañía de su madre viuda a quien, gracias a su buena mano para la elaboración de guisos marineros, le fue ofrecido un trabajo de cocinera por unos amigos sevillanos que frecuentaban Sanlúcar durante los meses de verano.


Antes de cumplir los nueve años Agustín entra en el prestigioso taller de imprenta de Enrique Rasco, en la sevillana Plaza de los Terceros. Junto a aquel gran maestro de impresores el joven sanluqueño empieza a labrarse una profesión al tiempo que colabora al sostén familiar con sus modestísimos ingresos de aprendiz. Encauzado por la senda tipográfica, López Macías pasaría, sucesivamente, por los talleres de los periódicos El Orden y El Noticiero Sevillano y, de este último, en 1901, a los talleres del diario El Liberal, cuyo primer número había salido el 6 de enero de aquel mismo año. En El Liberal habría de permanecer Galerín, primero trabajando en sus talleres y más tarde como reportero de plantilla, hasta que el periódico dejó de publicarse al comenzar la Guerra Civil.

Galerín y El Liberal

El origen del diario sevillano El Liberal se remontaba al año 1879, cuando unos periodistas de ideología republicana decidieron abandonar la redacción del periódico madrileño El Imparcial por haberse declarado partidario de la monarquía borbónica restaurada tras el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos. El nuevo diario que aquellos periodistas fundan en Madrid, El Liberal, se convirtió rápidamente en uno de los más importantes periódicos españoles de finales del siglo XIX, erigiéndose en popular órgano de expresión del republicanismo moderado. Al comenzar el nuevo siglo aquel diario inicia una fuerte expansión que le lleva a crear una cadena de periódicos por diversas capitales de provincia, entre ellos El Liberal de Sevilla que quedó establecido en el número 30 de la calle García de Vinuesa. En sus inicios, aquel diario cuyo primer director fue el gran periodista valverdeño José Nogales y Nogales, no pasaba de ser una modesta publicación compuesta por cuatro planas de gran formato, a seis columnas y de circulación muy limitada.
Retrato a la plumilla de "Galerín" por su
gran amigo Martínez de León.
Tras pasar unos años formando parte de la plantilla de tipógrafos de El Liberal, Agustín López Macías pasa a ocupar el puesto de jefe de talleres del periódico. Por entonces ya había accedido a la dirección el periodista José Laguillo Bonilla, quien se mantuvo al frente del diario durante veintisiete años hasta que fuera cesado en la primavera de 1936. Con la autorización de Laguillo comienza Agustín a aportar a las páginas de El Liberal pequeñas noticias de cosecha propia y algunas colaboraciones que el sanluqueño firma como Sr. López, aunque sin tener que abandonar por ello su puesto de trabajo en los talleres. Es también en estos años cuando López Macías, con ayuda de su socio Manuel Cuesta Gutiérrez, inicia una particular actividad publicitaria, inaugurando frente a la sede del periódico, en la calle García de Vinuesa números 25 y 27, las oficinas de una agencia de anuncios a la que llama Galerín(2), nombre que también elegirá como seudónimo con el que habría de firmar casi 2.000 trabajos periodísticos que fueron apareciendo en El Liberal a lo largo de más de veinte años.

La acertada orientación dada por José Laguillo al periódico, inculcándole sevillanismo y atendiendo de forma muy especial las noticias locales y provinciales, convirtió al diario independiente El Liberal, con una tirada superior a los 25.000 ejemplares, en el medio de comunicación más apreciado y leído en Sevilla y en una fuente de noticias sobre múltiples aspectos de la vida local. Una parte fundamental en el periódico fueron los escritos con los que Galerín desvelaba a los sevillanos los secretillos de una ciudad de cuya identidad y esencias se erigió López Macías en su máximo valedor. Galerín, el reportero más seguido de El Liberal también fue, lógicamente, el mejor pagado de la redacción, pasando de cobrar 450 pesetas mensuales en 1929, a 583 en 1935, el sueldo más alto del diario sólo superado por los emolumentos que percibían su director y el redactor-jefe.


La popularidad de Agustín López Macías se había iniciado a partir del momento en que sus colaboraciones en El Liberal aparecen firmadas con el seudónimo Galerín. El primer artículo con su nueva firma se titula Los niños huérfanos y aparece publicado en el diario del 29 de agosto de 1915. Fue tal el éxito que alcanza el reportero sanluqueño que no eran pocos los casos en que sus lectores compraban cada día el periódico atraídos únicamente por aquella firma. “Durante muchos años y para la mayoría de los sevillanos -dice Carlos Arenas- Galerín fue Er Liberá como El Liberal definía por extensión a cualquier otro periódico”(3).
Atendiendo a los muchos lectores interesados por conocer la personalidad que se escondía bajo el nombre de Galerín, Juan Piz, un redactor compañero de López Macías, contesta a los curiosos en las páginas del periódico con un simpático suelto en el que ofrece algunas pistas acerca del periodista sanluqueño, aunque se guarda mucho de descifrar su nombre:

No aguzar el oído. No voy a hacer semblanza, y mucho menos monografía crítica. Ni siquiera sabréis el nombre de la persona que se oculta bajo el simpático y tipográfico pseudónimo de Galerín.(...)¿Rasgos personales? En este momento recuerdo lo siguiente: nuestro hombre es alto, enjuto, algo cargado de espaldas, de gruesas facciones, fino bigote, “no madrugador ni amigo de la caza”. Está en lo mejor de su segunda juventud, “le encantan los toros”, más no “la Inquisición” (liberal formidable), es atrozmente simpático, gran amigo de sus amigos, y uno de los ocurrentes más afortunados que he conocido. Posee la intuición de la oportunidad de un modo atrayente... Y de él ya no os diré otra cosa sino que jamás traté a un hombre más bueno y sensiblero, y que en El Liberal lo queremos mucho, particularmente este modesto comentarista.(4)

“Al tiempo que acrecienta su prestigio -escribe Carlos Arenas- Galerín va dejando de ser sólo un columnista ocurrente para convertirse, poco a poco, en un peculiarísimo tribuno popular defensor de causas perdidas u olvidadas y tenaz crítico de abusos e injusticias”(5). Famosas fueron las campañas organizadas por Galerín desde las páginas de El Liberal contra los abusos de los, por entonces, tan odiados caseros, o contra los prestamistas, logrando que algunas prácticas usureras fueran perseguidas por la ley.

A partir de 1920, año en que definitivamente deja de ser jefe de talleres de El Liberal para pasar a ser redactor fijo de la plantilla del diario, López Macías se ocupa de la sección de sucesos. El tratamiento tan personal que da Galerín a estas noticias de la crónica negra sevillana fue de gran atractivo para sus seguidores que agradecían al periodista la dimensión humana con que sabía arropar sus escritos. Especialmente seguido por los lectores de El Liberal fue el caso de Eduardo Jiménez, el Legionario, un personaje desequilibrado que atemorizaba a Sevilla cada vez que se escapaba del manicomio de Miraflores. Muchos años después, en 1980, Pedro Álvarez-Ossorio y Carlos Arenas escribirían una obra de teatro titulada Galerín o el caso de Santa Lucía(6), inspirada en aquellos hechos y en la que Agustín López Macías sería uno de los personajes del entramado dramático.

En 1915 apareció publicado en El Liberal el primer artículo de Galerín de contenido flamenco. A este escrito siguieron otros muchos de igual naturaleza para conformar una cuantiosa obra periodístico-flamenca del reportero sanluqueño que hoy es objeto de estudio por los aficionados a este género. Con motivo de haberse cumplido el centenario de aquel artículo, en la primavera del pasado año 2015, el Centro de Iniciativas Culturales de la Univesidad de Sevilla (CICUS-SEVILLA) organizó un taller titulado Una lectura de Galerín en el siglo XXI, dirigido a universitarios y estudiosos del flamenco que impartió el prestigioso flamencólogo José Luis Ortiz Nuevo.
A López Macías se debe la primera reseña que se conoce sobre figuras del cante flamenco interpretando saetas en Sevilla, considerándose por ello las primeras grandes saetas de la historia ya que hasta entonces este cante era considerado meramente “folclórico”, aunque Galerín apenas da detalles en su artículo sobre aquellas interpretaciones del Niño Medina y de José Cepero en la calle Sierpes. También se manejaba a la perfección la pluma de Galerín en las entrevistas, especialmente las que realizó a los más famosos cantaores de la época, estando considerada como magistral la histórica interviú que hizo al gran Antonio Chacón, publicada el 9 de julio de 1922 en El Liberal con el título Un rato de charla con Chacón. En aquella entrevista que tuvo lugar en una casa de la calle Santa Ana, junto a la Alameda de Hércules, estaban presentes los guitarristas Ramón Montoya y Amalio Cuenca, el dibujante Juan Lafita y un niño de 13 años llamado Manuel Ortega Juárez, reciente ganador del Concurso de Cante Jondo de Granada, que luego fuera el famoso cantaor Manolo Caracol. Y siguiendo la norma no escrita de la época de que los periodistas debían contar en sus biografías con alguna obra dramática, López Macías llegará a estrenar, entre otras, los pasillos cómico-costumbristas Las macetas (1916) y Los caseros (1919), consiguiendo con ellas un cierto éxito según reflejan las crónicas periodísticas de sus estrenos.


Galerín publicista: Sevilla en broma

Las páginas de El Liberal, un periódico caracterizado por su seriedad, se animan al contar con la colaboración de la agencia de Galerín, iniciándose en el diario unos concursos en los que se llegaría incluso a sortear un chalet entre sus lectores. Agustín López Macías tenía un don especial para elaborar unos anuncios cuyo toque humorístico hacía que llegaran al público con una gran facilidad. Leamos, a título de ejemplo, el anuncio redactado por la agencia de Galerín para publicitar una librería de Sevilla:


  ITÁLICA
Librería Nacional y Extranjera
Francos 28
Sevilla
Libros al contado, plazos y prestados.
Únicos expendedores para España de las plumas estilográficas Delo-pen, la única pluma que no pone faltas de ortografía.

Como hito más representativo de la actividad publicitaria de López Macías hay que señalar la edición de Sevilla en broma, una publicación que llegaría a alcanzar una enorme popularidad y cuyo primer número aparece en la primavera de 1916, hace exactamente cien años. Con una tirada cercana a los 5.000 ejemplares, en aquel libro de periodicidad anual editado por Galerín se publicitaban las empresas, comercios y profesionales de la ciudad, ofreciendo un completo muestrario de la actividad económica de Sevilla, además de repasar a modo de balance los acontecimientos más sobresalientes del año y que López Macías comentaba con su característico estilo burlón. Este es nuestro libro, hecho en los ratos perdidos, en los ratos de descanso, quitándonos unas horas de medio cañeo, para dedicarla a esta labor, que en broma da producto, aunque haya dado antes mucho trabajo, escribe Galerín en la presentación del número correspondiente al año 1918.


Portadas del famoso libro "Sevilla en broma" editado por "Galerín".
La publicación Sevilla en broma, subtitulada El libro de Galerín durante sus últimos años de edición, saldría por última vez en 1931. Tres años antes de su desaparición, la edición de 1928 de Sevilla en broma fue quemada en el Prado de San Sebastián, a modo de auto de fe, por orden del gobernador civil José Cruz-Conde Fustegueras. El motivo de la drástica decisión gubernativa fueron los comentarios considerados como inconvenientes que Agustín López Macías había vertido en el número de aquel año sobre la Exposición Iberoamericana que habría de inaugurarse el año siguiente y de la que Cruz-Conde era comisario. En 1930, ya clausurada la muestra, escribiría Galerín su famosa frase: “De la Exposición Iberoamericana sólo han comido las palomas del Parque”.


Las crónicas de Sanlúcar


Galerín pasa el mes de agosto de cada año en Sanlúcar de Barrameda, desde donde envía puntualmente a Sevilla sus famosas crónicas veraniegas. Con su serie de artículos genéricos titulada Desde Sanlúcar, López Macías nos ha dejado en las páginas de El Liberal unas acabadas e impagables escenas costumbristas de la época dorada del veraneo sanluqueño que antecedió a la Guerra Civil.

A la derecha, el artículo "Desde Sanlúcar" que Galerín escribía en "El Liberal"
durante su veraneo en Sanlúcar de Barrameda
Con su característico tono burlón, incluso satírico, Galerín se fija en los veraneantes del “quiero y no puedo”, aquellos que iban a la playa de Sanlúcar a presumir y luego fantaseaban en sus paseos por la Calzada pregonando con cuánta gente importante decían relacionarse o dónde o con quién pensaban cenar esa noche o almorzar al día siguiente. En sus sabrosísimos escritos agosteños Galerín nos habla con su especial estilo rebosante de gracia, a menudo irónico y no pocas veces sentimental, del ambiente en la playa, de su Bajo de Guía natal, del Casino, de Miramar, de los paseos en La Calzada, de las carreras de caballos, de los festejos taurinos en la plaza de El Pino, del tiro de pichón... y de tantas otras cosas más que conformaban el atractivo de aquella Sanlúcar vacacional.


La polémica con Sánchez Mejías


El 21 de abril de 1925, durante la celebración de la última corrida de la Feria de Sevilla, Ignacio Sánchez Mejías, tras ser autorizado por la presidencia, saltó al ruedo de la Maestranza para banderillear a uno de los toros. Esta actitud de Sánchez Mejías como “espontáneo de lujo” se debía, según manifestaría con posterioridad el que fuera gran torero y escritor, a su exclusión del cartel de la feria de aquel año por parte del empresario de la Real Maestranza. Sánchez Mejías, quien era presidente de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, se había enfrentado a la Unión de Empresarios, oponiéndose a sus normas de contratación, siendo esta la causa por la que no fue incluido en las corridas de Sevilla.
Ignacio Sánchez Mejías, con quien
"Galerín" mantuvo una agria polémica
en la prensa sevillana.
En aquel conflicto con los empresarios taurinos, los matadores, subalternos, picadores y el público en general tomaron partido por Ignacio Sánchez Mejías, en tanto la prensa, dividida, adoptaba posturas enfrentadas. Así, mientras José Alarcón Díaz Alardi, crítico taurino del periódico sevillano La Unión apoyó sin reservas al torero, Antonio Reyes Don Criterio, crítico de El Liberal y, muy especialmente Galerín, recriminaron con gran dureza la actitud de Sánchez Mejías.


Precisamente en abril de aquel año había aparecido el nuevo semanario taurino sevillano Seda y Oro en el que Galerín, gran aficionado y entendido de toros, había empezado a colaborar. Ya en el primer número de aquella publicación el periodista sanluqueño, con claros modos beligerantes, haría referencia a la exclusión de Sánchez Mejías del cartel de la Feria de Abril y a su actitud como espontáneo:
Querer hacer que el nombre de Sánchez Mejías sea imprescindible para la Feria de Sevilla, eso no, bajo ningún concepto. Y si acaso lo ha descompuesto, ha sido en su enorme arte de banderillero, que en esto si que es de primera bis. ¡Lástima que la Empresa no lo hubiera incluido contratado para banderillear todas las corridas! Entonces el cartel hubiera sido enorme.(7)
Desde el diario La Unión contestará Ignacio Sánchez Mejías a López Macías. El 14 de mayo de 1925, el torero arremete contra el periodista sanluqueño. Préstame tu pluma, Galerín -escribe Sánchez Mejías- que la mía no sabe escribir de esas cosas. La tuya, en cambio, sirve para todo. Hasta para injuriar a los que pudieran darte lecciones de periodismo y de probidad(8). Unos días más tarde, de nuevo desde las páginas de La Unión, Sánchez Mejías, herido en su dignidad, vuelve a contestar un escrito de Galerín:



Tu pluma te conoce mejor que yo. Que sea ella la que te conteste. Primero, que repita lo que escribió ayer: La propaganda es la fama. Sea usted constante en el anuncio. Eso piensa Ignacio desde que vino al toreo. Escribe ahora por mi cuenta, pluma de Galerín. ¿Tú no tienes una Agencia de Anuncios? ¿Tú no vas de puerta en puerta, cazando anuncios para ese periódico taurino donde escribes?¿Tú no mixtificas la verdad con gran desfachatez cuando tienes que hacer una propaganda?¿Tú no ganas dinero con eso? Pues si yo pensara que hay que ser constante en el anuncio, y que esa clase de propaganda es la fama, ¿qué trabajo me costaría que tú dijeras que mi arte es superior al de Lagartijo y que yo soy más valiente que Frascuelo? Es cuestión de tarifa, Galerín. Tú sabes eso mejor que nadie.(9)


Pasados unos días las plumas de Galerín y de Ignacio Sánchez Mejías decidieron guardar silencio y dar por zanjada aquella polémica que, aunque sin mucho recorrido, fue muy seguida por unos aficionados que la consideraron como uno de los más sonados acontecimientos taurinos de aquel año.


Tragedia y olvido de Galerín


El último artículo escrito por Agustín López Macías para El Liberal se titulaba ¡Ábrele, que ése es de Sevilla!, de la serie costumbrista De la Tierra. Sin embargo, aquel postrer trabajo que el sanluqueño firmó con su popular seudónimo Galerín para el periódico que debía salir el 18 de julio de 1936 no pudo llegar a sus lectores. Aquel mismo día, con el alzamiento militar, quedó finiquitada la historia de El Liberal de Sevilla, siendo duramente represaliados algunos de sus redactores tras ser asaltada e incautada por los sublevados la sede del diario en el que López Macías había desarrollado toda su vida periodística. Recién iniciada la sublevación militar -escriben Leandro Álvarez Rey y María del Carmen Fernández Albéndiz- la sede de El Liberal fue asaltada por las fuerzas al mando de Queipo de Llano, quienes se incautaron del mismo, imprimiéndose meses después en sus talleres el diario FE, órgano de Falange Española en Sevilla durante los años cuarenta e integrante de lo que pasaría a llamarse la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado, más conocida popularmente como la Prensa del Movimiento(10).
Tumba de "Galerín" en el cementerio de San
Fernando de Sevilla.
Acerca del trato que recibió Galerín de los vencedores -escribe Carlos Arenas- se cuentan algunas historias que hablan de simulacros de fusilamientos, de crueles humillaciones cuya veracidad no he podido comprobar(11). Lo cierto es que a López Macías no le fue perdonada su trayectoria política cercana a la Unión Republicana de Diego Martínez Barrios ni su paso por el ayuntamiento republicano de Sevilla. Galerín había sido concejal por el distrito de la Macarena y vicepresidente de la Diputación Provincial, cargos a los que renunció en junio de 1936 por su oposición a la deriva que tomó la política sevillana tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de aquel año, una situación que desalentó al periodista sanluqueño y que reflejaría en sus escritos.
Agustín López Macías vive sus últimos años en un olvido casi absoluto. Tras acabar la Guerra Civil su firma únicamente aparecerá en muy contadas ocasiones en la publicación semanal Hoja del Lunes, cuya presencia le era solicitada por sus amigos de la Asociación de la Prensa, negándose a colaborar en ningún otro periódico a pesar de recibir algunas ofertas. En febrero de 1944, a los 62 años, muere aquel excelente periodista y mejor persona que se definía a sí mismo como “una estilográfica que se llena y que se vacía tres o cuatro veces al día”. En el cementerio sevillano de San Fernando, junto a su esposa María Gallego Rosal, fallecida en 1938, reposan los restos de aquel sanluqueño que logró mitificar su pluma a través del seudónimo Galerín.




NOTAS:


(1) SÁNCHEZ-APELLÁNIZ, María José (coord.): Periodistas de Sevilla. Retratos de autores de dos siglos, Asociación de la Prensa de Sevilla, Sevilla, 2009.
(2) Agustín López Macías, familiarizado con los trabajos de impresión desde su infancia, tomó el seudónimo Galerín de la plancha de metal que utilizaban los cajistas de imprenta para componer las galeradas.
(3) ARENAS POSADAS, Carlos: El libro de Galerín, Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1984, p. 17.
(4) PIZ, Juan: Apuntes y comentarios. Galerín, El Liberal, Sevilla, 10 de octubre de 1915, p.3.
(5) ARENAS POSADAS, Carlos: o. c., p.13.
(6) ÁLVAREZ –OSSORIO, Pedro y ARENAS, Carlos: Galerín o el caso de Santa Lucía, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, Sevilla, 2001. Esta obra fue galardonada con el Premio de Teatro El Gayo Vallecano en 1980.
(7) CABRERA BONET, Rafael (editor): Tauromaquias vividas, CEU Ediciones, Madrid, 2011, p. 226.
(8) SÁNCHEZ MEJÍAS, Ignacio: Préstame tu pluma, “Galerín”, La Unión, Sevilla, 14 de mayo de 1925.
(9) SÁNCHEZ MEJÍAS, Ignacio: Venga tu pluma, “Galerín”, La Unión, Sevilla, 16 de mayo de 1925.
(10) ÁLVAREZ REY, Leandro y FERNÁNDEZ ALBÉNDIZ, María del Carmen: “El Liberal”, de Sevilla (1901-1936). Un diario independiente en la Andalucía anterior a la Guerra Civil, Pasado y Memoria, Revista de Historia Contemporánea nº 8, Universidad de Alicante, Alicante, 2009, p. 199.
(11) ARENAS POSADAS, Carlos: o. c., p. 22.




ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA "SANLÚCAR DE BARRAMEDA" nº 52, Año 2026