ENCARNACIÓN MARÍN SALLAGO

UNA GRAN VOZ DEL MÁS PURO FLAMENCO

© José Carlos García Rodríguez


Encarnación Marín Sallago, La Sallago.




Tomando su apellido materno como nombre artístico, Encarnación Marín Sallago, La Sallago, formó parte de esa generación de grandísimos cantaores moldeados por la dureza de la vida y la necesidad. La Sallago fue intérprete del más puro cante flamenco en todos sus estilos, un arte que bebió desde su niñez en una familia que llevaba muy dentro el duende del cante y del baile.

La Sallago nació en El Barrio de Sanlúcar de Barrameda el 18 de enero de 1919, en el seno de una familia pescadora a la que el cante flamenco le hizo más llevadero el duro transcurrir de aquellos difíciles años. Tanto su madre, La Matilde, como sus hermanos, llevaban muy dentro un arte que les acompañaría en las labores marineras y en la venta de la pesca. Y, naturalmente, también Encarnación estuvo señalada por ese don que le habría de llevar a interpretar el flamenco en su mayor pureza.

Villancicos por La Sallago (RCA, 1958)
Encarnación Marín, según cuenta Mariuca Cano en la biografía que escribió de la cantaora, heredó la pasión por el flamenco de su abuela La Gongue, de quien se recuerda que cantaba por marianas y hacía los pregones de Dolores La Parrala para vender pescado. También su tía Consuelo y su madre, cuya voz decían que era muy parecida a la de la Niña de los Peines, influirían con su gran saber flamenco en el espíritu artístico de Encarnación. Pero a pesar de que su familia llegó a albergar tan excepcional nómina de buenas cantaoras, Encarnación sería la primera de ellas en dedicarse al cante de forma profesional, una decisión que habría de tomar ante la difícil situación económica a la que hubo de enfrentarse, muy especialmente a partir de su pronta viudez.

Saetas por La Sallago (RCA, 1959)
La Sallago, quien con apenas doce años se había enamorado del toque de guitarra de su vecino Esteban de Sanlúcar cuya carrera artística habría de transcurrir con brillantez en tierras americanas, canta y baila en las bodas y los bautizos de su barrio. Muy joven se inicia como saetera para, con el tiempo, llegar a desenvolverse en todos los estilos. Encarnación Marín pasa de Sanlúcar a Jerez antes de empezar a recorrer toda España para compartir escenario con artistas de la categoría de La Paquera, Manolo Caracol, Fernanda y Bernarda de Utrera, la Niña de los Peines o el Príncipe Gitano, entre muchos otros.
La carrera de La Sallago estuvo íntimamente ligada a los espectáculos folclóricos de los años cincuenta y sesenta. De esa etapa sobresale su participación en el elenco Bajo el sol andaluz y en los cuadros flamencos de los tablaos de Torres Bermejas, Las Brujas o Los Canasteros así como su intervención en la película El amor brujo.

La Sallago, en la Peña Puerto Lucero de Sanlúcar, con
motivo de un homenaje.
En la década de los cincuenta Encarnación llegó a ganar en un mismo año tres primeros premios en los concursos de saetas de otras tantas ciudades en las que se presentó con nombres diferentes. Así, en Cádiz, compitió utilizado el nombre de su madre Matilde Sallago; en Jerez se presentó como Consuelo Sallago y finalmente en Sevilla ganaría el premio con su propio nombre de Encarnación Marín.

Conocedora de todos los cantes, La Sallago cultivó con especial acierto los cantes de su tierra. En 1952 Encarnación participa en el Concurso Nacional de Cantes por Alegrías, en Cádiz, conservándose una grabación de su magistral participación en aquel certamen cuyo vencedor fue el gran cantaor gaditano Manolo Vargas. 

La Sallago en 1992.
En 1958 graba sus primeros discos con el sello RCA. Son tres discos de cantes por bulerías, peteneras, fandangos, serranas, alegrías de Cádiz… y otro más de villancicos, siendo acompañada a la guitarra en todos ellos por Isidro Sanlúcar. Al año siguiente, también en RCA, graba un magnífico disco de saetas. En 1961 aparece su primer trabajo –Canta La Sallago- con su nueva discográfica Zafiro. A éste seguirían cinco nuevas grabaciones con la misma firma, la última de ellas aparecida en 1978 con el título Inspiración. En estos discos la sanluqueña interpreta diversos cantes acompañada a la guitarra por Ramón de Algeciras, Antonio Peana, Manuel Morao y José Cala El Poeta. Además, Encarnación participa en obras colectivas como Villancicos de Andalucía (Phillips, 1964), El alma de la copla (Belter, 1965), Cultura jonda (Fonomusic, 1997), Villancicos andaluces (Mercury, 1998) y Mujeres de la Bética, donde sus cantes se alternan con los de La Perla de Cádiz y Adela La Chaqueta (Universal Music, 2008), así como en películas de corte folclórico. En 1995 la Diputación Provincial de Cádiz edita el disco La Sallago: Antología, una colección de fragmentos musicales de esta mujer que tuvo como maestros a Ramón Medrano, Manuel Torres, La Periñaca, Pastora y Pepe Pinto, Pericón de Cadiz, La Perla y Manolo Vargas, Manolo Caracol, Porrinas, Antonio Mairena y Fernanda, entre otros grandes.

La Sallago y María Mezcle en la Bienal de Flamenco
de Sevilla de 2012.
En 1981 Encarnación Marín es galardonada en Sevilla con la Saeta de Oro, premio que avalaba a la artista sanluqueña como la saetera extraordinaria que fue durante toda su vida, si bien algunos flamencólogos de prestigio, entre ellos Manuel Ruiz Lagos, calificarían a La Sallago como una “cantaora larga". Y la verdad es que Encarnación era tan larga como la que más, especialista en todo lo que cantaba: alegrías, tangos, tientos, soleares, seguiriyas, tonás, romances…

Uno de los tocaores habituales que acompañaron a La Sallago a lo largo de su vida artística fue su paisano y vecino de barrio Isidro Sanlúcar, padre de Manolo Sanlúcar. Con Isidro participaría Encarnación en Los últimos de la fiesta, un espectáculo con el que un grupo de veteranos del flamenco –Tía Anica La Piriñaca, El Negro del Puerto, Tío Juane y Tía Juana la del Pipa- recorrieron en 1985 los festivales de todas las provincias andaluzas.

La Sallago en sus últimos años.
Entre las últimas actuaciones de Encarnación Marín en grandes escenarios fueron memorables su participación en la III Cumbre Flamenca de Madrid, celebrada en el Teatro Alcalá Palace en 1987, y en Venerables, un espectáculo que reunió a dieciséis glorias del flamenco, entre ellas Fernanda y Bernarda de Utrera, La Niña de la Puebla, Chano Lobato y Luisa Torrán, que se representó en el Teatro de la Maestranza de Sevilla dentro del marco de la Bienal de Flamenco de 1994.

La Sallago volvió a la Bienal de Flamenco de Sevilla el 14 de septiembre de 2012. En esta ocasión actuaría en el Espacio Santa Clara junto a la también sanluqueña María Mezcle, reuniéndose dos cantaoras con una diferencia de edad de casi setenta años para representar el cante de Sanlúcar en el último siglo.

La última actuación de Encarnación ante sus paisanos tuvo lugar en agosto de 2014 con motivo del homenaje que se le tributó dentro del programa del Festival Internacional de Música Clásica A Orillas del Guadalquivir. Pocos meses más tarde, el 16 de enero de 2015, Encarnación Marín La Sallago fallecía en Sanlúcar muy pocos días antes de cumplir los 96 años. Con su muerte el flamenco más puro perdía uno de sus pilares fundamentales.



BIBLIOGRAFÍA:

CANO OLIVERA, Mariuca: La Sallago. Ecos y vestigios de una cultura popular del siglo XIX. Confederación de Peñas Flamencas de Andalucía, 1994.


LEONA DE MERGELINA Y GÓMEZ DE BARREDA












© José Carlos García Rodríguez

Leona de Mergelina es uno de los nombres más destacados dentro del reducido grupo de mujeres que en el pasado accedieron al negocio de los vinos en el Marco de Jerez. Sin estar vinculada familiarmente a la vinatería, doña Leona se inició como empresaria bodeguera en unión de su marido, Pedro Manjón y Fernández de Valdespino. Al quedar viuda continuaría al frente de la que llegaría a ser una de las más importantes bodegas sanluqueñas cuyos vinos se comercializaban de forma indistinta bajo las denominaciones "Viuda de Manjón" o "Leona Mergelina", siendo El Rocío y Leona sus etiquetas de manzanilla que alcanzaron mayor fama.



Casa de Moreda, también conocida por Casa de Manjón, domicilio
de la familia Manjón-Mergelina en Sanlúcar


Leona de Mergelina y Gómez de Barreda nació en Sanlúcar de Barrameda el 22 de octubre de 1822. Fueron sus padres Joaquín de Mergelina y de la Selva, marino nacido en la localidad alicantina de Villena, y Eduarda Gómez de Barreda y Gutiérrez de Henestrosa, miembro de una importante y acomodada familia sanluqueña.

   Leona contrae matrimonio en1845 con Pedro Manjón y Fernández de Valdespino cuya edad supera en casi veinte años a la de la novia. La familia materna de Pedro Manjón, quien es heredero de un importante patrimonio rústico en su mayor parte situado en Arcos de la Frontera, pertenece a la pequeña nobleza de la zona. En la familia por parte de su padre, de la burguesía comercial gaditana, hay algunos miembros que ocupan puestos destacados en la Marina y en la administración del tráfico colonial.

La Arboledilla formó parte de las Bodegas de la Viuda de Manjón.
    El marido de Leona de Mergelina, caballero de la Orden de Calatrava y maestrrante de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, fue alcalde de Sanlúcar en 1838 y estuvo vinculado al Partido Moderado, repitiendo como diputado a Cortes en varias legislaturas hasta ser nombrado senador vitalicio en 1863. El matrimonio vive en la llamada Casa de Moreda, también conocida como Casa de Manjón, una mansión del siglo XVII construida en la Plaza del Pradillo de Sanlúcar por la familia Moreda que estuvo dedicada al comercio ultramarino como cargadores a Indias.

Etiqueta de manzanilla El Rocío, diseñada por el pintor jerezano
Carlos González Ragel.
    Aunque pertenecientes a familias ajenas al sector bodeguero y a cualquier otra actividad comercial, Leona y su marido deciden invertir en el negocio más extendido entre la burguesía local y crean una firma vinatera a la que comercialmente se conocerá por el nombre de “Bodegas Manjón”, situada en el Callejón del Cuerno, hoy callejón de San Miguel, en la misma manzana de la casa donde viven. Para empezar, adquieren 4.000 botas de soleras y compran algunos viñedos -Pastrana, La Palmosa y parte de Évora- muy bien situados en buenos pagos de la zona.

Carta comercial firmada por Leona de Mergelina (1885)
    El negocio apenas empezaba a despuntar cuando en 1865 fallece Pedro Manjón. Con cuarenta y tres años y seis hijos, todos ellos menores de edad, Leona se hace cargo de la bodega, en solitario, mostrando su extraordinaria capacidad para los negocios. En muy poco tiempo, la viuda de Pedro Manjón se habría de convertir en cosechera, almacenista y extractora, es decir, en todo lo que podía abarcar un empresario vitivinícola en el Marco de Jerez.

    Leona, quien cambia el nombre de la empresa fundada junto a su marido para pasar a llamarla “Bodegas Viuda de Manjón”, toma importantes decisiones: aumenta las soleras hasta alcanzar las 6.000 botas, adquiere la gran bodega La Arboledilla que había sido construida para Cipriano Terán Carrera y planta la viña El Rocío que daría origen a la marca de manzanilla de igual nombre, la que habría de ser marca estrella de la casa cuya etiqueta diseñará años más tarde el pintor expresionista jerezano Carlos González Ragel. “Bodegas Viuda de Manjón” o “Bodegas Leona Mergelina”, como también se la denominaba comercialmente, crea numerosas marcas –El Rocío, Leona, Montañeses, Cañaveral, Kachivache, Solar, Ballesteros, Toreador…- para dar cabida a la variada gama de los tipos de vinos del Marco de Jerez, así como de brandies, que se comercializan por España, Cuba, Argentina e Inglaterra.

Montañeses, otra de las famosas marcas
de manzanilla de Viuda de Manjón.
    Cuando en el otoño de 1879 Alfonso XII visita Sanlúcar es recibido por Leona de Mergelina en su bodega donde el soberano degusta los mejores vinos. Ello nos da idea de la importancia que ya en aquella fecha había alcanzado la firma “Viuda de Manjón”, hito indiscutible dentro de la particular historia de la manzanilla de Sanlúcar y del devenir más general de todo el Marco de Jerez.

    Cuando Leona de Mergelina Gómez de Barreda fallece en Sevilla el 23 de marzo de 1900, a los 77 años, su hija Regla Manjón, condesa de Lebrija, viuda de Federico Sánchez Bedoya, se hizo cargo del negocio de vinos que pasaría a llamarse “Regla Manjón, Viuda de Sánchez”.

 
Anuncio publicitario de manzanilla
Leona de la Viuda de Manjón.
  A la muerte de Regla Manjón, en 1938, “González Byass”, que durante mucho tiempo había mantenido firmes vínculos comerciales y de amistad con la empresa sanluqueña, adquiere gran parte de ella, incluyendo la marca de manzanilla
El Rocío. El resto del negocio que permanece en manos de la familia pasa a denominarse “Sucesores de R. Manjón” que, muy disminuido en su operatividad comercial, languidece hasta su práctica desaparición.

    Sobre la personalidad empresarial de Leona de Mergelina, escribe Lola Lozano Salado en el capítulo Las bodegueras del Jerez del libro Mujeres emprendedoras entre los siglos XVI y XIX (Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, Madrid, 2017):

    La bodeguera que no ha tenido problemas de reconocimiento ha sido Leona Mergelina Gómez de Barreda, empresaria del sector en Sanlúcar de Barrameda en el último tercio del siglo XIX. Su trayectoria sorprende porque su actuación como productora y exportadora de vinos parece fruto de un desarrollo e interés esencialmente personal. No nació en una familia vinculada a la vinatería, ni siquiera al comercio, como fue el caso de las anteriores bodegueras, y el inicio de su empresa fue compartido con su marido, pero el protagonismo de él en su gestión y progreso, a falta de una investigación más amplia, se intuye muy poco relevante.


"SANLÚCAR INFORMACIÓN", 29 de enero de 2021







JOSÉ TORNÉ JIMÉNEZ

DISEÑADOR, ESCULTOR Y CERAMISTA

© José Carlos García Rodríguez



José Torné Jiménez.



En la Plaza de las Brisas, también conocida popularmente por Plaza de Colón, en El Sardinero santanderino, podemos admirar un original mapa en relieve de la antigua provincia de Santander -hoy Comunidad Autónoma de Cantabria- que volvió a presentar toda su grandeza primitiva y su atractiva policromía a partir de su restauración en 2012. El autor de esta obra realizada en 1945 fue el artista sanluqueño José Torné Jiménez cuyos conocimientos ceramistas le llevaron a desarrollar su trabajo por las más importantes fábricas españolas de loza y cerámica como La Ibero Tanagra de Adarzo, en Santander, y La Cartuja de Sevilla.


José Torné Jiménez nació en Sanlúcar de Barrameda el 7 de julio de 1893, señalándose el número 58 de la calle de Santo Domingo como el hogar familiar en que vino al mundo. Tras cursar los estudios de bachillerato en el sanluqueño colegio de los Escolapios, Torné, quien mostraba grandes dotes para el dibujo y la escultura, marchó a Madrid donde realizó algunos cursos en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, antecesora de la actual Facultad de Bellas Artes de la capital de España.
Busto de Carmen Giménez Flores, La Infantona,
amante del infante Antonio de Orleans, realizado
por José Torné.

De regreso en Sanlúcar, José Torné empezó a esculpir sus primeras obras de trascendencia, entre ellas un San José de Calasanz destinado a su antiguo colegio escolapio y que luego, posiblemente, pasó a Jerez, y un busto de Carmen Giménez Flores, la amante del infante Antonio de Orleans que fuera conocida por el apelativo de La Infantona. En 1915, respondiendo a la invitación que le hace el director de la Academia de Bellas Artes de Cádiz, José Torné participa en una exposición celebrada en aquella ciudad.

Durante estos años en que alterna su residencia entre Sanlúcar y Sevilla, Torné hace amistad con el polifacético Juan Lafita y Díaz, quien le realiza un retrato a lápiz; con los pintores Muñoz Toval y Manuel Villalobos Díaz; con su paisano el poeta Manuel Barrios Masero… Y atiende su otra gran afición, la literaria, colaborando en periódicos sanluqueños –El Profeta, Sanlúcar,…- con artículos y algunos sonetos que eran tan del gusto de la época. Entre sus escritos, inéditos en su práctica totalidad, se encuentran numerosos cuentos, novelas cortas y artículos que su hija Dolores se ocupó de conservar.

Tras contraer matrimonio con la sanluqueña Caridad Cano, José Torné viaja con frecuencia por diversas regiones españolas e incluso llega a vivir largas temporadas en algunas ciudades francesas. En 1923 lo encontramos en Aubagne, en la Provenza, pasando más tarde a Marsella, Niza y Pau donde trabaja en diferentes empresas ceramistas. 
La desaparecida empresa de loza "La Ibero Tanagra" en donde
trabajó José Torné como dibujante y diseñador.



 En 1939, al finalizar la Guerra Civil, José Torné, de regreso en Epaña, se establece en Sevilla donde pone a disposición de La Cartuja, la famosa fábrica de cerámica que había fundado el inglés Charles Pickman a mediados del siglo XIX, el amplio conocimiento que ha ido acumulando sobre diseño y decoración de vajillas.
Figura de niña de La Ibero Tanagra según
diseño de José Torné.

En 1942, Torné decide trasladarse a Santander, un cambio de aires que habría de ser definitivo al quedar el artista emocionalmente unido a esta ciudad norteña. En Santander entra a trabajar en otra empresa de cerámica cuya producción, al igual que la de La Cartuja, gozaba de un enorme prestigio. Se trataba de La Ibero Tanagra, fundada en 1912 y dedicada a la producción de loza fina. Esta empresa, establecida en el barrio de Adarzo del municipio de Peñacastillo, a muy pocos kilómetros de la capital cántabra, era tan importante que incluso llegaría a contar con un equipo de fútbol propio, el Club Deportivo Tanagra, que se convertiría en el primer club de fútbol de Peñacastillo cuyo terreno de juego estaba situado justo al lado de la factoría.

 Al tiempo que trabaja en La Ibero Tanagra, José Torné atiende desde 1946 un taller propio de escultura y decoración que ha abierto en Santander y colabora con algunos importantes arquitectos, especialmente con Javier González de Riancho, para quien realiza numerosas obras decorativas y trabajos de escayola destinados a edificios santanderinos construidos o remodelados por este gran arquitecto tras el incendio que sufrió la ciudad en 1941: Delegación de Hacienda, Sala Capituar de la Catedral, Palacio Episcopal, Iglesia de San Francisco o Banco de Santander. Aunque en menor medida, Torné también recibe encargos de otros arquitectos, entre ellos, Francisco Cabrero Torres-Quevedo y Luis Gutiérrez Soto.


Mapa en relieve de Cantabria realizado por Torné en 1945. Situado en la 
Plaza de las Brisas de El Sardinero (Santander)

José Torné paseando por Santander
con su hija Dolores.






El alcalde de Santander Íñigo de la Serna, acompañado de Gonzalo Torné, nieto del ceramista y de otros familares del artista sanluqueño, presentaba en el verano de 2012 en la Plaza de las Brisas de El Sardinero el mapa en relieve de la superficie geográfica de la antigua provincia de Santander, la actual Comunidad Autónoma de Cantabria. La obra había sido sometida a un profundo trabajo de restauración para recuperar el volumen, la policromía, la textura, la rotulación e, incluso, el lenguaje original del mapa en toda su superficie. 

Aquel acto de presentación del relieve tras haber recuperado su aspecto original, constituyó todo un merecido homenaje póstumo a su autor, José Torné Jiménez, quien lo había modelado en 1945 para ocupar el mismo lugar en que continúa situado y donde puede ser libremente contemplado por los viandantes. Para elaborar el mapa en relieve de Cantabría, Torné realizó la topografía, los planos y los moldes por encargo del ayuntamiento de Santander.

En su taller continuaría trabajando José Torné hasta su fallecimiento, ocurrido el 8 de agosto de 1965 en la capital cántabra cuando contaba con 72 años de edad, siendo inhumados sus restos en el cementerio santanderino de Ciriego.







MANUEL MARÍA GONZÁLEZ ÁNGEL

CREADOR DEL EMPORIO BODEGUERO GONZÁLEZ-BYASS


© José Carlos García Rodríguez


Manuel María González Ángel
(1812-1887)






Pocas bodegas existen en el mundo que puedan competir en prestigio con González-Byass, un nombre fundamental dentro de la escogida aristocracia bodeguera internacional cuyo origen fue el negocio de vinos iniciado en 1835 por el sanluqueño Manuel María González Ángel. Asesorado por su tío Pepe Peña,  personaje también sanluqueño cuyo nombre fuera origen de la famosa marca Tío Pepe, Manuel María comenzó a elaborar y exportar sus propios vinos. Veinte años más tarde, al asociarse con Robert Blake Byass, su agente en Inglaterra, nació la compañía González-Byass, el gran referente de la cultura del vino en el Marco de Jerez y una empresa adelantada tanto en el uso de los avances técnicos como en la adopción de medidas sociales para favorer a sus trabajadores.


"Francisco González Viana, Guardia de Corps del Rey y padre de Manuel María González Ángel -cuenta Begoña García González-Gordon en su interesante libro Un paseo por González Byass- fue enviado a Sanlúcar de Barrameda como visitador general de las rentas de Salinas del Reino de Sevilla porque era un Don Juan". En Sanlúcar se casó con Rosario Ángel y Vargas y tuvieron siete hijos, de los que Manuel María, nacido en la casa familiar del Carril de los Ángeles, era el menor de todos ellos. Manuel Felipe Neri José María de la Paz González Ángel, tal era su nombre completo, nació el 12 de mayo de 1812, apenas tres meses después de haberse proclamado La Pepa, la Constitución a la que, al parecer, por el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz en el que se debatió la primera Carta Magna española, debe Manuel María su segundo nombre.
Manuel María González junto a Robert Blake Byass.



Muy joven aún, el benjamín del visitador de las Salinas del Reino de Sevilla abandona Sanlúcar y marcha a Cádiz donde entra a trabajar como empleado de Juan Pablo Lasanta, un comerciante establecido en la Plaza de San Agustín que estaba dedicado a las transacciones ultramarinas. Allí empieza Manuel María a adquirir cierta experiencia comercial que le permite realizar pequeños negocios particulares gracias a sus conocimientos y contactos. De entre estos primeros manejos comerciales se recuerda el cargamento de patatas que Manuel María compró en Huelva y que perdió en una buena parte al naufragar el barco que las transportaba.


Manuel María junto a su familia y unos invitados en la Real Bodega de la Concha. (1883)

Manuel María González Ángel pone sus ojos en Victorina de Soto y Lavaggi, hija de Pedro Nolasco de Soto y Araco, propietario de un importante negocio de exportación e importación establecido en Cádiz. Pero el rico comerciante anhela para su hija un mejor pretendiente que aquel modesto empleado de comercio. Finalmente, en 1835, cuando Manuel María se inicia en Jerez en el negocio de vinos, conseguiría la aprobación del padre de Victorina. Dos años más tarde los jóvenes contraen matrimonio y llegan a ser padres de nueve hijos: Victorina, Emilia, Josefa, Dolores, Manuel Críspulo, Pedro Nolasco, Gabriel, fallecido a los pocos meses de nacer, Luisa y Ricardo.

José Ángel y Vargas, tío materno de Manuel María,
a quien alude la marca Tío Pepe.


En la decisión tomada por Manuel María para iniciarse en el negocio de vinos tuvo una importancia capital la opinión y las recomendaciones de su tío materno José Ángel y Vargas -su tío Pepe- quien desde Sanlúcar animó y asesoró a su sobrino en la nueva andadura comercial comenzada en un local de pequeñas dimensiones que alquila  en la jerezana calle de Doña Blanca. En aquella bodega se almacenan las primeras partidas de vino que se compran y desde allí salieron las primeras diez botas que se embarcan en el Puerto de Cádiz con destino a Londres. Con la marca Tío Pepe quiso Manuel María que su tío pasase a la posteridad.


Visita de Alfonso XII a las bodegas de González-Byass

El negocio bodeguero de Manuel María prospera de forma creciente aportándole a su propietario unos cuantiosos beneficios que le permiten adquirir la viña San Antonio. Más tarde compra una gran extensión de terrenos al suroeste de Jerez donde inicia la construcción de nuevos cascos de bodegas. En 1855, cuando el negocio adquiere una importante dimensión económica, Manuel María González Ángel se asocia con Robert Blake Byass, su distribuidor de vinos en Inglaterra, y ambos logran hacer de su empresa González-Byass la bodega más importante del Marco de Jerez.


El día 3 de octubre de 1862 visita Jerez la reina Isabel II, presenciando en González-Byass una “pisa de uva”. Quince años más tarde Manuel María recibe en su bodega una nueva visita real, siendo en este caso Alfonso XII quien el 20 de marzo de 1877 queda impresionado al contemplar las instalaciones bodegueras y probar los mejores vinos. Entre tanto, las diferentes marcas de González-Byass han estado recorriendo sucesivas exposiciones internacionales donde han ido acaparando las mejores críticas y los más grandes premios.

Manuel Mª González, con su familia al completo, en la finca de recreo El Altillo de Buena Vista. (1883)

El 31 de diciembre de 1861 el patrimonio que había acumulado la empresa González-Byass se elevaba a casi 50 millones de reales, alcanzando las exportaciones realizadas aquel mismo año un volumen total de 162.795 arrobas de vino.

Para su descanso, Manuel María González Ángel compra la finca de recreo El Altillo de Buena Vista situada por entonces en las afueras de Jerez y hoy dentro de su casco urbano. En esta propiedad Manuel María levanta una residencia cuya primera piedra coloca el pequeño Cristóbal, el menor de sus nietos.  Rodeando el edificio de inconfundibles líneas inglesas Manuel María traza un auténtico jardín botánico en el que planta acacias, algarrobos, álamos, bojes, cedros, cipreses, ciruelos, eucaliptos, moreras, laureles, pimientas, paraísos y barnices del Japón, hasta sumar más de trescientas especies sin contar vides y naranjos.

Manuel María González Ángel, caballeroso en el trato, elegante en el aspecto y culto por su formación, siempre se mostró preocupado por la situación de sus empleados. Pionero de muchas e innovadoras medidas de tipo social, creó una escuela para los hijos de sus trabajadores quienes también contaban para su asistencia sanitaria con médicos contratados por la bodega y con un fondo de pensiones que había sido constituído para las situaciones de jubilación, viudedad y orfandad, siendo González-Byass una de las primeras sociedades españolas en conocer y disfrutar las pagas de Navidad. Igualmente adoptó para su empresa muchos adelantos técnicos como fueron la electricidad, el agua corriente y el llamado "tren del vino" que facilitaba el transporte de las botas desde la bodega hasta la estación de ferrocarril.
Monumento a Manuel María González en la calle jerezana
de su mismo nombre.

Manuel María falleció el 6 de enero de 1887 a la edad de 75 años, en Jerez, ciudad que le recuerda en la calle rotulada con su nombre, junto a las bodegas, y con el monumento levantado en su memoria en esa misma calle, a espaldas de la Catedral.

En una lápida colocada en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Jerez podemos leer:
Perpetuo testimonio de admiración y respeto al eximio patricio Exmo. Sr. Don Manuel María González
por su caridad inapelable,
fomento de la industria vitivinícola
y amor a Jerez.
Así lo acordó el cabildo de esta ciudad.
1 de junio de 1887.




BIBLIOGRAFÍA:


GARCÍA GONZÁLEZ_GORDON, Begoña: Un paseo por González-Byass, Fundación Manuel María González Ángel, Jerez de la Frontera, 2008.
MARISCAL TRUJILLO, Antonio y MARISCAL RODRÍGUEZ, Ángel: Manuel María González Ángel, Diccinario Biográfico Español, Real Academia de la Historia, Madrid, 2011.


Fotografías facilitadas por la Fundación Manuel María González Ángel.