EDUARDO DOMÍNGUEZ LOBATO

 






© José Carlos García Rodríguez







Articulista, flamencólogo, pregonero, poeta, conferenciante... En Eduardo Domínguez Lobato convergieron las características que mejor definen al completo escritor, al polígrafo pleno de conocimientos que es capaz de abordar con rigurosidad las más diversas materias. Poseedor de una amplia cultura, nuestro personaje supo compaginar la tendencia barroquizante de su pluma con las más populares formas de expresión de una tierra a la que tan profundamente conoció, amó y cantó.

Domínguez Lobato nace en nuestra ciudad en el año 1925. Alumno del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús regido por los Hermanos de la Doctrina Cristiana donde realiza los estudios primarios, Eduardo iría completando su formación con estudios de profesorado mercantil que sigue en la Escuela de Comercio de Jerez y, más tarde, con la licenciatura de Periodismo en Madrid.


La trayectoria periodística de Eduardo Domínguez Lobato es ampliamente conocida dada la larguísima presencia de su firma en el diario ABC. Esta relación del periodista sanluqueño con la edición andaluza del periódico de los Luca de Tena se inicia a principios de la década de los años 60 en calidad de corresponsal en Sanlúcar. Junto a sus siempre jugosas crónicas Domínguez Lobato nos deleitaba con interesantísimos reportajes y con entrevistas magistrales de gratísima memoria, entre ellas las realizadas a personajes como Manuel Barbadillo o Fray Gonzalo de Córdoba.

Uno de los artículos firmados por Domínguez Lobato en ABC titulado “Lepanto o la encrucijada” sería galardonado con el “Premio Centenario de Lepanto” en 1972. Con motivo de la concesión de aquel galardón, Antonio Burgos entrevista al sanluqueño. “¿Te animarás alguna vez a escribir libros?”, pregunta el entrevistador a Domínguez Lobato. A lo que éste contesta: “Había empezado una novela pero lo hago a retazos; yo no tengo ni paciencia, ni tiempo ni temperamento para escribir...”. Antonio Burgos termina aquella interviú: “Lobato lo decía como con desgana. En la paciencia y el tiempo no entro. Lo del temperamento de ninguna manera. Domínguez Lobato tiene facultades de escritor suficientes para hacer lo que se proponga. A ver si se lo propone de una vez”. Aquel mismo año, Eduardo, reconocido como gran poeta, a la vez popular y culto, añadiría a su palmarés, ya por entonces bien repleto de reconocimientos y galardones, el “Premio de Poesía XXV Fiesta de la Vendimia de Jerez” por su trabajo “Donde Dios se nos vuelve Geografía”, un premio que repite ya que también había sido merecedor de él cuatro años antes.

En el verano de 1978 ABC de Sevilla informaba a sus lectores que como complemento a sus secciones regionales aparecería en sus páginas el recuadro diario “Andalucía al día”, anunciado como “una aportación literaria dedicada a nuestra tierra y sus habitantes”. Para aquella nueva sección del ABC sevillano que haría gran fortuna y sumaría un gran número de seguidores, el periódico contó con las más importantes plumas andaluzas de entonces. Entre ellas, junto a la de Eduardo Domínguez Lobato, las de José Asenjo Sedano, José Manuel Cuenca Toribio, Alfredo Jiménez Núñez, Julio Manuel de la Rosa, Juan de Dios Ruiz Copete y José María Voz de Soto.

En 1981 la Armada Española dentro de sus “Premios Virgen del Carmen”, otorgados en coincidencia con la fiesta de la patrona de la marinería, concede a Domínguez Lobato el “Premio Elcano de Periodismo” por sus artículos sobre temas marítimos publicados en ABC. Con este motivo, en una nota de redacción de fecha 16 de julio de aquel año, decía el periódico sevillano: “La concesión de este premio a nuestro corresponsal en Sanlúcar de Barrameda es un reconocimiento a su labor divulgadora en 'Andalucía al día'. Gracias a Eduardo Domínguez Lobato los mesetarios, como él los llama, y los domingueros, se han familiarizado con las virtudes profilácticas de esos lodos del Guadalquivir y de esas algas terapéuticas de la 'San Sebastián del Sur'. Domínguez Lobato ha convertido el recuadro en una claraboya para que podamos mirar el mar los de tierra adentro”.


Cien capítulos de retaguardia (Alrededor de un diario)”, publicado en Madrid por Gregorio del Toro en 1973 en su colección Documentos de la Guerra Civil Española, es un libro que dió gran fama a Domínguez Lobato. En esta obra, teniendo como eje central el cuadernillo “Excidio” en el que Manuel Barbadillo plasmó a modo de diario los dramáticos acontecimientos vividos en Sanlúcar al comienzo de la Guerra Civil, el escritor sanluqueño, con un personalísimo estilo, de forma imparcial y aséptica, nos describe en un trabajo magníficamente ensamblado aquellas aciagas jornadas de 1936.

Eduardo Domínguez Lobato alternó su vida literaria con diversas ocupaciones. Durante un tiempo estuvo como patrón mayor al frente de la Cofradía de Pescadores, fue concejal durante varios años asumiendo las delegaciones de Enseñanza, de Cultura y Festejos y presidió el Círculo de Artesanos al que erigió en un activísimo centro cultural. Y hasta tendría ocasión de ejercer como docente en el Instituto Juan Sebastián Elcano al asumir una suplencia en la asignatura de Inglés en la que sus alumnos -entre ellos, yo- disfrutábamos de unas clases muy entretenidas, aderezadas con las pinceladas anecdóticas que él introducía, siempre muy a cuento, en sus explicaciones.


El amplísimo saber del flamenco y de su historia de que siempre hizo gala Eduardo Domínguez Lobato merecen un capítulo aparte. Apoyo intelectual de muchos cantaores y profundo conocedor de todos los palos, Eduardo escribió mucho y disertó aún más sobre el flamenco y hasta llegaría a participar en la composición de letras -bulerías, seguiriyas, fandangos, alegrías, soleares, milongas, zarabandas...- para grabaciones de La Sallago y Pepe Sanlúcar. Para Laura Vital, a la que conoce desde que era muy niña y le augura un espléndido porvenir artístico, escribe dos representaciones -”Yo el cante” y “Toreros y flamencos”- que la cantaora, ya en vías de consagración, llevaría en una gira por las principales universidades andaluzas entre los años 1992 y 1996. “Mucho se podría escribir del maestro en cuanto a sus estudios flamencólogos y de la referencia que fue para los artistas de la Sanlúcar Cantaora”, dejaría escrito Narciso Climent quien destacaba la magistral conferencia que Eduardo Domínguez Lobato pronunció el 21 de julio de 1995 en la “III Reunión del Cante de Cádiz y Los Puertos” que en aquella ocasión estuvo dedicada a la memoria del gran cantaor sanluqueño Ramón Medrano.

Poco después del fallecimiento de Domínguez Lobato, su hijo Eduardo, pensando en la forma de mejor guardar la memoria de su padre, decide establecer una fundación con sede en la que fuera casa familiar, situada en el número 86 de la calle Santo Domingo de Sanlúcar y que quedaría constituía el 12 de febrero de 2005 con el fin de “desarrollar valores literarios y artísticos en el ámbito gaditano en particular y, andaluz, en general”.


"Sanlúcar Información", 31 de marzo de 2021